Dicen que “gato escaldado, del agua fría huye” y en Honda ya se han cansado de empaparse hasta las cejas. Un nuevo acuerdo de los motoristas para enfundar pistolas y limitar la evolución de los motores era demasiado desalentador para una marca, ahora tercera en rendimiento de cuatro propulsores, que no iba a dar caza a Mercedes a corto plazo. Congelados… ¿para qué seguir? En Honda niegan que la pandemia tenga algo que ver con la decisión de su repentina salida de la Fórmula 1, que ahora visten de falsos intereses ecologistas en una apuesta hacia lo eléctrico en un futuro próximo, pero sí ha catalizado una situación insalvable porque poco más podían aportar en un mundo que ya les ha sido esquivo en otras épocas. Tras pasar un quinario en los tres años de McLaren, Red Bull les ha proporcionado el lavado de imagen que necesitaban, con hasta el momento cinco victorias… pero ahí se va a quedar la cosa.
No hay por qué buscar sentido a todo ni unir a la fuerza cables inconexos entre el pacto de la concordia, firmado ya por Red Bull para los próximos tres años, y los sí es no es del grupo Volkswaggen, que sigue haciendo esperar a la Fórmula 1 con su hipotética llegada. Lo que está claro es que esta espantada no estaba en los planes de Red Bull, que tendrá que improvisar un plan B indeseado para salir del paso hasta 2026, año frontera en el que el ‘Gran Circo’ volverá a tener una oportunidad de reinventar su normativa de motores en una decisión que, de no salir bien, podría dejar tocada y hundida definitivamente a la máxima competición ya semidestruida por la era híbrida. ¿Qué es lo menos malo para Red Bull? Lo impensable hace unos meses. Renault como única alternativa, el “now we can fight” como eslogan cruzado en un juego hostil entre dos despechados que volverán a encontrarse irremediablemente. Renault sólo se motorizará a sí misma en 2022, es evidente, y esto les obligaría a ceder motores a los desamparados Red Bull y AlphaTauri que, en cualquier caso, tendrían otra opción. Seguir con la base del motor Honda hasta la congelación de 2023 y aguantar hasta 2025 no es descabellado, de hecho el precedente de Mugen en los 90 guía semejante locura, pero nunca será lo óptimo para un equipo competitivo.
¿Y qué hay de Verstappen? Prematuro en éxitos, acostumbrado a encabezar la nueva camada de una generación tremendamente precoz, los años pasan también para él y con 23 recién cumplidos su regalo ha sido precisamente asumir que Red Bull se queda sin proyecto y con un horizonte peliagudo. Sale siempre a la palestra a poco que los resultados no acompañan esa famosa cláusula de Max que le libera en caso de no contar con un motor de garantías. Ahora esas líneas en el contrato resultan hasta irrisorias y más con el pescado de 2022 casi vendido. Todos ya están en sus puestos. Verstappen necesita un doble silogismo para poder cambiar de aires. Si y solo si Mercedes sigue en Fórmula 1, si y solo si Hamilton decide retirarse con sus ocho títulos bajo el brazo, solo cumpliendose estos dos condicionantes tendría asiento como primer espada en Mercedes. Cualquier otro escenario sería una sorpresa para el piloto que nos anunciaba en Monza con sus insultos y desprecios al motor Honda por la team radio el divorcio que estaba por venir. Y es que hoy, dos de octubre de 2020, puede ser uno de esos pocos días que cambian completamente la historia de un piloto.