“No pasa nada, tenemos a Arconada”. Han pasado treinta años, pero ese grito resuena todavía en las gradas de La Romareda, en el eco de los recuerdos de los realistas, antes de que comience la tanda de penaltis que va a decidir el campeón de la Copa del Rey de 1987. Llegamos al cuarto lanzamiento. El mítico arquero de la Real Sociedad se lanza a su izquierda, con su conocida agilidad felina, y detiene el lanzamiento de penalti de Quique Ramos. Esa acción da el título al equipo txuri urdin, tal y como confiaban los aficionados de la Real. Los que sabían que ese penalti no iba a entrar porque bajo palos tenían a un arquero insuperable. Han pasado 30 años desde aquella noche del 27 de junio de 1987, desde que la Real conquistó su último título. Aquella final contra el Atlético de Madrid que se jugó en Zaragoza supuso el colofón a la era más gloriosa del conjunto donostiarra.
Tres décadas después, aquella final sigue siendo una de las más bonitas de la era moderna del campeonato, deslucida únicamente por el insoportable calor que agotó por completo a dos grandes equipos que lucharon hasta la extenuación por llevarse el trofeo. El Atlético de Luis Aragonés jugó con Abel, Tomás, Quique Ramos, Sergio, Ruiz, Julio Prieto, Uralde (Setién), Marina (Julio Salinas), Da Silva, Landáburu, Rubio. La Real Sociedad de John Toshack lo hizo con Arconada, Sagarzazu, López Rekarte, Larrañaga, Górriz, Gajate, Dadie, José Mari Bakero, Txiki Begiristain, Zamora (Mugika), López Ufarte (Martín Beguiristain). Joaquín Ramos Marcos fue el árbitro de la final. Unos 15 realistas invadieron Zaragoza para ver a su equipo ganar de nuevo un título.
La Real salió dominante, queriendo romper desde el principio los pronósticos para aquella final, que se jugó en un campo plagado de mosquitos, atraídos por las altísimas temperaturas. En el minuto 10, López Ufarte, que estaba disputado su último partido con la camiseta txuri urdin antes de irse precisamente al Atlético, culminó con un gran disparo una asistencia de espaldas y de chilena de Bakero. Da Silva empató en el minuto 24, tras una doble pared con Marina y con Rubio. Begiristain hizo el 1-2 en el minuto 36, con un derechazo desde dentro del área que se coló por la escuadra de la portería de Abel. La primera parte fue una batalla futbolística preciosa. A falta de quince minutos para el final del encuentro, Rubio aprovechó un pase de Julio Salinas para batir a Arconada con un tiro cruzado. Fue una final jugada de poder a poder en la que jugó mejor la Real mientras le duró la gasolina, pero que el Atlético supo remontar en dos ocasiones. La prórroga, con ambos equipos muy cansados, no resolvió nada.
El vencedor se decidió así en la tanda de penaltis. Aunque sus dos especialistas, Zamora y López Ufarte, habían sido sustituidos, la afición de la Real lo tenía claro y fue entonces cuando resonó ese grito de guerra de la hinchada txuri urdin, ese “No pasa nada, tenemos a Arconada” que el guardameta realista hizo bueno instantes después. Lanzó primero el conjunto txuri urdin, cobrándose esa pequeña gran ventaja de quien inaugura la tanda. Bakero y Rubio anotaron en el primer disparo. Con Abel adelantándose y recriminado por Ramos Marcos, Mugika puso el 2-1 y Da Silva mandó su disparo fuera, colocando a la Real por delante en el marcador. Martín Begiristain hizo el 3-1, acercando el título a Donostia. Landáburu recortó distancias. Larrañaga puso el 4-2 con suspense. Y Arconada paró el cuarto lanzamiento atlético. La gloria era ya txuri urdin, y no hizo falta que Gajate completara la tanda.
No hay leyenda más grande en la historia de la Real que Luis Arconada. Ya lo era antes de aquella estirada que hizo campeona a la Real por última vez, como guardameta del equipo que ganó dos Ligas, porque fue el primer portero en ganar tres trofeos Zamora consecutivos y el primer gran ídolo del fútbol español contemporáneo. Su parada en la tanda de penaltis de esta final de la Copa le dio a los aficionados de la Real un momento inolvidable y decisivo por fin personificado en la figura del más mítico guardameta de una historia trufada de inmensos arqueros, tan histórico como el gol de Zamora en Gijón que otorgó al equipo txuri urdin su primera Liga en 1981.
Para llegar a la final de Zaragoza, en una época en la que no se conocían las rotaciones en el torneo del KO y el once titular se veía en todas partes, sin importar la categoría del campo que se visitara, la Real se encontró con un sorteo favorable. Quedó exenta en primera ronda y ganó las tres siguientes eliminatorias, a un partido y lejos del viejo Atotxa, por 0-1. Así superó a Baskonia, U.D. Montijo y Villarreal con goles respectivamente de Arrien, Begiristain y López Ufarte. Ya a doble partido, derrotó al Eibar por 0-2 (Bakero y Gajate) y 2-0 (Górriz y Mugika). En cuartos de final, empató a cero contra el Mallorca Atlético en las islas y en la vuelta logró la mayor goleada de la historia del club en la Copa, un contundente 10-1. Villalvilla en propia puerta hizo el primero, Bakero, Begiristain y Loren hicieron dos cada uno, y redondearon la cuenta Górriz, Zamora y Mugika.
Tras eliminar a tres equipos de Tercera y dos de Segunda B, la Real llegó a semifinales, donde ya se encontró con un Primera, el Athletic de Bilbao. La eliminatoria se resolvió en San Mamés, después de que en Atotxa los bilbaínos se conformaran con el 0-0 inicial y aunque la Real acabara el partido, por lesiones, con sólo nueve jugadores en óptimas condiciones. Craso error el de los bilbaínos, confiados en el embrujo de San Mamés, porque en la vuelta decidió un único y espléndido gol de Bakero en plancha. Ganar en Bilbao fue el espaldarazo definitivo para que la Real se creyera capaz de ganar una Copa en cuya final tampoco partía como favorita.
La Real jugó en aquella competición del KO un total de diez partidos, de los cuales ganó siete y empató tres, sin llegar a conocer la derrota. Marcó 19 goles, con Bakero como máximo anotador con cuatro, y Arconada solo encajó tres, uno en cuartos y dos en la final, dejando su portería a cero en ocho partidos. El galés Toshack, que recogió el testigo de la Real campeona de Alberto Ormaetxea, alineó 18 jugadores en esta Copa. Arconada y Górriz disputaron todos los minutos de la competición. Además, Gajate, Zamora, Larrañaga y Begiristain estuvieron en todos los partidos, aunque no jugaron completos todos ellos.
Esta Copa del Rey fue el último título logrado hasta la fecha por la Real Sociedad, tras ganar la Liga en las temporadas 1980-1981 y 1981-1982 y la Supercopa de la 1982-1983. El equipo donostiarra pudo haber ampliado ese palmarés sólo un año después de la Copa que logró en Zaragoza, pero el Barcelona derrotó a los realistas por 1-0 en la final copera de la campaña 1987-1988, todavía con Toshack como entrenador. En la 2013-2014, con Jagoba Arrasate como técnico, el equipo donostiarra alcanzó las semifinales, pero fue también el Barcelona, con un global de 3-1, el que impidió que jugara una nueva final. Con el francés Raynald Denoueix en el banquillo, la Real estuvo cerca de ganar la Liga 2002-2003, pero acabó subcampeona por detrás del Real Madrid de los galácticos.
