El equipo londinense no quiso esperar al partido entre Tottenham y United de este fin de semana para cantar el alirón y consiguió su sexta Premier League, la quinta desde que Román Abramovic cogiese el equipo en 2003.
Desde el varapalo sufrido en el Emirates a principios de liga, los blues empezaron una racha triunfal que le colocaron en lo más alto de la tabla. Ganaron seis partidos seguidos, no encajando ningún gol en todos ellos y marcando 17. El cambio de esquema fue clave en la resurrección de un equipo que se iba a la deriva, tal y como le había pasado un año antes con José Mourinho en el cargo.
Pero el cambio al 3-5-2, esquema made in Conte y con el que triunfó con Juventus primero e Italia después, cambió por completo la dinámica del equipo. Pese a que tuvo que sacrificar a Cesc Fábregas, finalmente igual de decisivo que los otros 11 jugadores fijos del técnico italiano, el equipo respondió a las mil maravillas y la liga empezó a ser el gran objetivo.
Ni siquiera la derrota ante el Manchester United de José Mourinho en Old Trafford, generó dudas en un equipo que sabía que más tarde o más temprano iba a alzar el título de liga. Un título que solo se lo discutió el Tottenham de Pochettino, aunque éste acabase finalmente poniéndole en bandeja el título tras la derrota ante el West Ham el pasado fin de semana.
Ninguno de los equipos top de la Premier League estuvo a la altura del Chelsea de Antonio Conte. Ni el City de Guardiola, que empezó la liga como un ciclón, ni el United de José Mourinho, perdido en el síndrome del empate, ni tampoco Liverpool o Arsenal, eternos candidatos a ganar una Premier que no pudo reeditar el sorprendente Leicester de Claudio Ranieri, destituido sorprendentemente para muchos en febrero.
Conte puso la sexta en el Chelsea, su primera liga con el conjunto blue y su cuarta liga desde que es entrenador de fútbol. El Chelsea suma así su segunda liga en tres años y espera incrementar su palmarés el próximo 27 de mayo en Wembley ante el Arsenal en la final de la FA Cup.