Las horas transcurren. Aguarda su momento y, mientras, sueña. Con una hazaña casi insólita, pero sobre todo con abrazar las numerosas casuísticas que le pueda ofrecer una carrera en la que siempre queda una sorpresa por producirse. A medida que pasan los días, Fernando va colocándose en escenarios más extremos para ver cumplido su gran sueño… porque por ahora las circunstancias no invitan a que haya mucho a lo que agarrarse.
Probar el muro en los entrenamientos entra dentro de lo normal (y hasta aconsejable). No ocurrió hace dos años, cuando un piloto prudente y neonato en la Indy miraba con respeto los muros, pero este Alonso ya no experimenta, ahora busca una velocidad que no llega, esa misma que le llevó a destrozar su coche a más de 370 km/h, tras experimentar un incorregible subviraje, y que le ha mantenido apartado de las necesarias pruebas en pista, mirando el reloj mientras McLaren trabaja a destajo en las reparaciones del coche, cuyos progresos dependerán mucho del chasis de Carlin, con el que probaron en Texas y que ha pasado de ser un coche reserva al nuevo salvavidas que aferra a los de Woking a la creencia de que el panorama es reconducible.
McLaren relega su diseño a un mero ‘backup car’, buscando olvidar los problemas eléctricos que el coche dio a lo largo de varias jornadas y resetear el planteamiento de estas 500 millas. Aún queda tiempo y el asesoramiento y los reglajes de Carlin pueden ser cruciales para empezar a preparar y a mirar con optimismo una clasificación que a día de hoy se plantea tortuosa y en la que alcanzar el ‘fast nine’ sería una quimera, en vista de la incapacidad que ha demostrado el equipo para alcanzar marcas competitivas que, si bien es cierto que han quedado en un segundo plano frente a la búsqueda de la fiabilidad, también suponen puntos a favor para equellos equipos que más han demostrado. Con la experiencia de Andretti en su memoria, Alonso contempla estupefacto los opuestos mimbres con los que se ha empezado a entretejer su segunda aparición en la IndyCar.
#FightingForTheTripleCrown. Las expectativas entre el público general han sido altas en todo momento, avivadas por Fernando, que ha querido llevarse el apoyo simbólico de los aficionados a Indianápolis, pero la expectación real del proyecto de este año está en las antípodas de la esperanza. La dirección de un buen gestor, experimentado en las américas, como Bob Fernley generaba confianza y, la imprebisibilidad de las 500 millas no admite comparación y bien podría tornarse en un aliado inesperado. Pero, si no cambian las cosas, la sinergia que llevó a McLaren a sacar todos los huevos de la cesta de la Fórmula 1 podría ser decepcionante. Un equipo inexperto, asesorado por una escudería con tan solo dos años de experiencia y encabezada por un piloto que apenas acumula vueltas en óvalos… ¿Qué puede salir mal?