Es difícil creer cómo un equipo puede perder no sólo la identidad sino, también la calidad que ha venido demostrando a lo largo de la temporada, hasta hace un mes. Nadie podría imaginar que, a estas alturas, el Sevilla sería un verdadero cadáver andante. Un equipo sin alma, sin actitud, sin nivel para estar clasificado en la posición donde está todavía, cuarto en la tabla, y que, si sigue así, cuesta abajo y sin frenos, puede peligrar incluso los puestos que dan opción a jugar la Chmpaions League la próxima temporada.
Desde el primer segundo del partido, se vio un Sevilla totalmente pasivo e impotente en el Camp Nou. El Barcelona llegaba a la portería de Sergio Rico sin esforzarse demasiado. Iniesta, Rakitic, Messi, Neymar y Luís Suárez vieron que no encontraban resistencia y comenzaron a trenzar jugadas de enorme factura, aunque se le resistía el gol al cuadro azulgrana. Pudo llegar en un zapatazo que Messi estrelló en la cruceta.
El Sevilla, que parecía todavía como si durmiera la siesta, se despertó con una buena jugada que terminó con N’Zonzi sólo delante de Ter Stegen pero su disparo, flojo, se marchó a córner. Esa sería la única ocasión de gol sevillista en la primera parte. A partir de ahí, llegaron varios minutos buenos el conjunto andaluz, pero sería un espejismo. Los de Luís Enrique volvieron a pisar el acelerador y en sólo ocho minutos sentenciaron el partido. Una pérdida de balón en ataque del Sevilla generó un contragolpe letal del Barcelona que fue brillantemente ejecutado por Luís Suárez con un sensacional gol de chilena. Era el minuto 25 el partido se teñía de azulgrana. Tres minutos más tarde, Messi aprovechó la pasividad de la zaga hispalense para hacer el 2-0, tras un saque de esquina. Y a los 33 minutos, otra contra culé sirvió para establecer el 3-0, obra de Messi, que sigue haciéndole goles como churros a los sevillistas.
Sarabia revoluciona el partido
Ahí terminó el partido. La imagen del Sevilla estaba siendo esperpéntica. Un equipo incapaz de jugar de forma decente, a un ritmo tan lento que no inquietaba en absoluto a su rival. Sampaoli puso a calentar a varios de sus efectivos en el banquillo y en la segunda parte hizo dos cambios. Quitó a Nasri, uno de los señalados en las últimas jornadas y cuya participación en la tarde de hoy fue muy pobre, y entró en su lugar Kranevitter. También entró Sarabia por Mercado y supuso una auténtica revolución. El Sevilla empezó a ofrecer una mejor cara, protagonizando varias llegadas al área azulgrana. Pero sería incapaz de perforar la portería de Ter Stegen.
El mejor juego sevillista estuvo condicionado también por un Barcelona que jugó a un régimen de giro muy bajo, sabedor de la victoria no se le iba a escapar. Esa mejoría del Sevilla duró buena parte de los segundos 45 minutos, hasta que, finalmente, el equipo se apagó del todo. Ni siquiera la entrada de Jovetic ayudó a marcar el gol de la honra. El último tramo del partido el equipo andaluz era el reflejo de lo que viene siendo desde hace un mes, un fantasma que deambula por el césped, demostrando una gran sensación de impotencia. Una sensación que se manifestó perfectamente en la figura de Vitolo. El canario fue expulsado en el tiempo de descuento a propiciar una patada innecesaria a Neymar y se perderá el trascendental partido de la próxima jornada ante el Deportivo de La Coruña.
El Sevilla ha visto cómo dejaba escapar una ventaja de 9 puntos respecto al Atlético de Madrid y perdía la tercera plaza de la Liga. ahora, aunque todavía mantiene una distancia considerable con el quinto, la Real Sociedad, puede ver peligrar incluso la cuarta posición si no sale ya de este estado de depresión en el que se encuentra.