Primero llegó la sorpresa. Luego la resignación. Ahora, asumido ya el tiránico arranque de Mercedes que, si no se tuerce mucho, permitirá vaticinar una temporada dulce sin oposición seria a las flechas de plata, es el momento de hacerse preguntas. Y es que, si todos los grandes dominios de la historia de la Fórmula 1 han visto reducida su ventaja con el transcurso de las temporadas, el destino ha querido guardarse el recochineo de reservar a Mercedes un pleno de tres dobletes en las tres primeras carreras para su posible sexto año de dominio consecutivo. Nunca antes consiguieron nada igual, ni siquiera cuando, en 2014, su adversario más dañino en muchas carreras era Williams. Ya sin la ventaja que les daba un propulsor superior al resto en decenas de caballos, todo el mundo se pregunta dónde reside en estos momentos la clave de su éxito que se resiste a encontrar ocaso.
La respuesta es sencilla. Mercedes ha sabido reinventarse y anticiparse al equilibrio de fuerzas mecánicas que rige el statu quo actual para liderar un proyecto también ganador en el apartado de chasis, factor diferenciador con Ferrari en este comienzo de 2019. Saben que el sobresaliente puede quedarse corto y por eso van a por matrícula. Ese plus que te lleva a conseguir la nota máxima en esta Fórmula 1 no es otro ahora mismo que la carrera por diseñar el alerón delantero que logre enviar la mayor cantidad de flujo al exterior del neumático de forma más eficiente.
Ferrari les lleva ventaja en este área y, por ello, Mercedes sabe que su margen de mejora está ahí. Desde la primera carrera, el equipo de Brackley ha introducido pequeñas modificaciones en el alerón, recortando la zona del endplate para facilitar el paso del aire, pero en China esa intención cada vez más acentuada y exagerada encontró un límite que la FIA quiso marcar y que pone coto al ingenio y la creatividad de los ingenieros esta temporada, a falta de que el reglamento del próximo año incluya unas líneas posiblemente revisadas para evitar las artimañas actuales.
Su versión del pasado Gran Premio pasó de incluir un endplate recortado a, directamente, acortado y con un perfil curvado, más corto en la zona superior. Precisamente en esta zona residió la clave de su prohibición, puesto que el diseño era tan agresivo que en la vista lateral del monoplaza se dejaba ver, incluso, el flap superior del alerón. Mercedes solventó el contratiempo añadiendo un pequeño tapón de carbono al extremo del endplate, que devolvió la legalidad al monoplaza y silenció, de paso, los tímidos vituperios de algunas oportunistas voces del paddock.
Pero la cuestión de fondo, más allá de la anécdota, es que este inicio absolutamente impecable de los alemanes en el mundial de constructores no es casualidad. Mercedes mantiene una meticulosidad implacable y, a falta de que en 2021 llegue un cambio de reglamentación que pueda variar el rumbo de los acontecimientos, su dominio no caerá por su propio peso. Algunos se cansan de ganar, pero no será su caso. Se me viene a la cabeza el rostro mustio de Toto Wolff tras el doblete de Baréin. Conseguir el máximo resultado, entonces, no le dejó satisfecho tras la exhibición de Leclerc… Ese es su nivel de exigencia. Clave de claves. De su secreto en este inicio de campeonato, pero también del inconformismo que les ha conducido a la dictadura más absoluta en la historia de la Fórmula 1.