Ahora sí. McLaren ya puede presumir de monoplaza. Las salidas de Tim Goss y Matt Morris la pasada campaña colocaron el rumbo aerodinámico de McLaren completamente a la deriva, una situación que la experiencia de Andrea Stella y Pat Fry ha logrado encauzar a la espera del ansiado advenimiento de James Key. Muestra de ello es el MCL34. McLaren ha presentado un diseño sin virguerías creativas, pero que ya juega en la misma liga que otros coches que habían apostado por esos mismos conceptos desde hace una o dos temporadas. Un salto tardío, pero seguramente efectivo, a tenor del margen de mejora que tenían por delante los de Woking.
A diferencia de un 2018 en el que McLaren decepcionó, principalmente en el diseño de la zona media del monoplaza, ahora abrazan conceptos ya asentados, como las suspensiones elevadas en las que insiste Mercedes o los pontones altos, custodiados por direccionadores, y con tomas de aire alargadas, propias de Red Bull, y alejadas de los sidepods convencionales en forma de “D” que ya parecen cosa de otro tiempo. El trabajo laborioso en la zona de los bargeboards es quizá la parte más interesante de un coche que innova con la inclusión de un boomerang-canalizador, destinado a dirigir de forma más efectiva el flujo de aire que en el caso de Mercedes o Red Bull, donde este elemento es mucho más sencillo.
En sus fotos de estudio, los británicos no han presumido de planos cenitales, como en pasadas presentaciones, señal inequívoca de que no les enorgullece la comparativa desde esta perspectiva con chasis predecesores. Y es que McLaren ha claudicado finalmente en su filosofía ‘size zero’, engordando levemente el cuello de botella y apostando por un airbox amplio, más semejante también al de equipos punteros que abren esta zona a costa de la escasa refrigeración que aportan los micropontones estilizados que se han asentado en la concepción aerodinámica de la Fórmula 1 actual. Es una apuesta segura. La que funciona entre los grandes y la que marca tendencia.
[Sumario]
Tónica general ya en las presentaciones de este año están siendo las caras nuevas en las parejas de pilotos de las escuderías, por partida doble en el caso de McLaren, que combinará el temple de Sainz con la fogosidad de Norris, dando lugar a una dupla en la que, cada uno a su manera, ambos pilotos tienen mucho que demostrar. “Nos hemos marcado el objetivo de estar más preparados, de hacer los deberes. Espero que eso de resultados”. Carlos sabe que los plazos y las promesas son malos compañeros, más aún en una McLaren cansada de que la urgencia por ganar les haya llevado a cometer errores constantes. Tras la tempestad llega la calma, y ya no es momento de señalar culpables, tan solo importa sentar las bases de un equipo renovado y de una nueva filosofía aerodinámica que acaba de nacer con el MCL34, un coche que no ganará, pero sí acercará a McLaren a pelear con los mejores.