Como si de un acto de magia se tratara, el ‘quidditch‘, el fantástico deporte que se practica en la saga de Harry Potter, dio el salto al mundo ‘muggle‘, el mundo no mágico, el mundo real.
En España, contando con más de trescientos jugadores de toda la península, se han ido sumando a una práctica que con el paso de los años ha ido tomando un rumbo totalmente en serio: existe una asociación nacional, una liga y una selección española que compite en la Copa del Mundo.
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Para los anónimos en la causa, en los libros de J. K. Rowling el quidditch es el deporte más popular de este mundo mágico.
Es un deporte de contacto con una mezcla única de elementos del rugby, balón prisionero, lucha y otros deportes.
Hoy, y con creación oficial en 2005, dos equipos de siete jugadores que juegan con escobas (o palos generalmente) entre sus piernas se enfrentan en un campo de 55 por 33 metros, relevancia al tamaño de una pista de hockey. El campo es rectangular con forma circular, teniendo 3 aros de diferentes alturas a cada lado del campo, con el objetivo total de conseguir más puntos que el equipo contrario; las posiciones de estos jugadores son 3 cazadores, 2 golpeadores, 1 guardián y 1 buscador, con cambios ilimitados en cualquier momento.
Los cazadores-algo así como los delanteros en el fútbol- pelean contra el guardián del equipo contrario e intentan meter goles (la ‘quaffle’ – pelota de juego-) a través de esos tres aros situados a diferentes alturas.
Aunque es un deporte-catalogado como tal- bastante joven, tiene un crecimiento muy amplio en lo que tiene su lugar en diferentes partes del mundo. Su premisa es la igualdad de género, en lo que en el reglamento se establece que “un equipo puede tener un máximo de cuatro jugadores/as del mismo género dentro del campo”, haciendo así a que los equipos estén formados por hombres y mujeres.
Con nombres ambientados y sacados de las historias del mago y sus amigos, por España andan repartidos equipos como los Basiliscos en Almería, los Boggarts en Vizcaya, los Hipogrifos en Murcia o los Dementores en La Coruña, así como pequeños grupos en ciudades como Granada – The Red Dragons– que van creciendo.
La asociación española existe desde 2013 y poco a poco han sido más y más las ciudades que se han ido sumando a este novedoso deporte que salió desde Hogwarts, en la ficción, para aterrizar en la universidad de Middlebury, en Vermont (Estados Unidos), en la realidad.
En la actualidad y con más frecuencia, los jugadores ya no usan escobas propiamente dichas, sino tuberías de plástico. Las flexibles de PVC son las más comunes: “El Quidditch empieza a alejarse de la ficción de Harry Potter y da pequeños pasos para acercarse al deporte que los jugadores queremos que sea”, explica Héctor, jugador de los Madrid Linx.
En nuestro país hay activos una quincena de equipos, de los cuales doce tomaron parte en la última Copa de España, el torneo nacional más potente de los que se han disputado hasta la fecha. Así, España ocupa el décimo puesto del ranking mundial de Quidditch.
Con hechizos o no, es mágico también en el mundo real.