Mercedes 600: El mejor coche fabricado por la marca de la estrella

Todos los mecanismos del coche se accionaban mediante un sistema hidráulico. Su equipamiento incluía desde televisión hasta un refrigerador y su motor era muy suave y silencioso.
Alvaro-escobar
España
27.02.2017
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En la década de los años cincuenta, superado el lastre de la Segunda Guerra Mundial y con la economía en pleno crecimiento, Mercedes-Benz quería dar un golpe en la mesa y recuperar la categoría de marca de súper lujo que había tenido en los años treinta. Para ello, decidió fabricar una gran berlina de representación destinada a jefes de estado, jeques, famosos y demás personalidades ilustres con la que plantar cara a Rolls Royce y Bentley. El mensaje de la dirección fue alto y claro: fabricar el mejor coche del mundo sin preocuparse por los costes ni el tiempo. Tras siete años de trabajo, el resultado fue el Mercedes-Benz 600, un vehículo increíble que rompía con todos los límites tecnológicos de la época, con un nivel de equipamiento muy lujoso y una extraordinaria mecánica, convirtiéndose en el mejor Mercedes que se haya fabricado jamás.

El 600 comenzó a gestarse a mediados de los cincuenta. La última gran berlina de representación que había tenido la marca de Stuttgart había sido el fabuloso 770 K, un coche que solía ser usado por Hitler y otros representantes del gobierno Nazi. En 1951, Mercedes-Benz creó la Clase S, una nueva categoría más distinguida en la gama, destinada a ser la referencia del lujo, la tecnología y la seguridad de la marca. La Clase S fue inaugurada por el modelo W187. En 1954, nació la segunda generación, el W180 y, en 1959, vio la luz la tercera generación, el W111 y 112. Sobre la base de la tercera generación del Clase S, fue construido el Mercedes-Benz 600, bajo el código W100 aunque, lógicamente y dadas sus dimensiones, con algunas modificaciones, tanto en la plataforma, como en la carrocería, que presentaba unas formas más cuadradas.

Todos los mecanismos del coche se accionaban mediante un sofisticado y complejo sistema hidráulico

Antes de detenerme a hablar de las características técnicas del coche, es menester subrayar, quizá, el aspecto más llamativo de esta lujosa limusina, su sofisticado y extraordinariamente complejo sistema hidráulico. Todos los mecanismos de accionamiento, y cuando digo todos, significa todos, eran hidráulicos en el Mercedes 600. Desde las ventanillas, hasta el sistema de suspensión neumática, pasando por la apertura del maletero, la regulación de los comodísimos asientos, el techo solar o el cierre de las puertas. Este sistema hidráulico empleaba un fluido presurizado a 220 bares para accionar todos estos elementos. Al ser hidráulico, podíamos, por ejemplo, controlar la velocidad de subida y bajada de las ventanillas, lentamente o tan rápido que podía ser hasta peligroso si nos descuidábamos. Lo mismo que el maletero, que se habría y cerraba violentamente pulsando un botón. Era un sistema muy fiable pero también requería de un mantenimiento a la altura de su complejidad y muy caro.

Teléfono, televisión, bar o refrigerador eran algunos de los extras de su lujoso interior

Estéticamente, el diseño, obra de Paul Bracq, presentaba unas líneas cuadradas, propias de la época. En el frontal, destacaba una enorme parrilla cuadrada sobre la que descansaba, reluciente, el símbolo de la estrella. Una línea cromada recorría los pasos de rueda y el faldón, uniendo la parte anterior con la zaga. El interior presentaba todos los lujos posible que podía lucir un vehículo de la época, y mucho más. La presencia de madera en todo el habitáculo era abrumadora, tanto en el salpicadero como en puertas y marcos. Teléfono, televisión, una mesa para comer y, hasta un bar y refrigerador, formaban parte de los extras del coche. Los asientos estaban tapizados en excelente piel y, en la fila trasera, se podían reclinar los respaldos para permitir una posición más cómoda o, incluso, dormir.

Enorme motor V8 6.3 de 250 caballos, cambio automático de cuatro relaciones y tracción trasera para empujar más de 2.500 kilos

Para mover sus más de 2.500 kilos, el Mercedes 600 estaba dotado con un poderoso motor que era todo un prodigio de la mecánica, un bloque V8 de inyección mecánica de gasolina Bosch, 6.330 centímetros cúbicos que entregaba 250 caballos a 4 rpm y un par motor de 500 Nm. El motor estaba colocado en posición delantera y longitudinal y era refrigerado por agua. Para ser el tipo de coche que era, sus prestaciones eran notables, acelerando de 0 a 100 en unos diez segundos y superando sin problemas los 200 km/h. Los 250 caballos eran transmitidos al tren posterior mediante una trasmisión automática de cuatro velocidades. Tanto la caja de cambios como los frenos de disco en las cuatro ruedas se beneficiaban también del complejo sistema hidráulico. Este mismo motor sirvió de base después para otros dos modelos sucesivos como el Mercedes 300 SEL 6.3 y el famoso 450 SEL 6.9, del que hablaré en otra ocasión.

Hubo tres versiones: Limousine, Pullman y Landaulet, ésta última con la parte trasera descubierta

Pero más allá de sus cualidades técnicas, el Mercedes 600 no estaba pensado para correr sino para ofrecer desplazamientos de la forma más cómoda posible. Su grado de confort era superlativo, hasta el punto que muchas grandes berlinas actuales no alcanzan el nivel de comodidad de la limusina alemana. Además de la versión “normal”, llamada Limousine, con cinco puestos, cuatro puertas y una distancia entre ejes de 3’5 metros, se fabricaron otras dos más especiales que dotaban al 600 de mayor exclusividad si cabe. Eran la Pullman, disponible con cuatro o seis puertas y con la batalla aumentada hasta los 3’90 metros, y la Landaulet, igual que el anterior pero con la posibilidad de descubrir la parte trasera. Ésta última estaba destinada principalmente a jefes de estado y otros líderes políticos para desfiles.

Se fabricaron en total 2.677 unidades del W100 entre 1963 y 1981, de las cuales, 429 se correspondieron a la versión Pullman y 59 a la Langaulet. Entre sus clientes figuraron desde jefes de estado como Sadam Hussein, Fidel Castro o el Papa Pablo VI, hasta estrellas de la música como Elvis Presley o John Lennon. La enorme calidad en su construcción, su impresionante y sofisticado sistema hidráulico, su excelente y fiable mecánica, su exquisito confort de marcha y, sin duda, su lujoso nivel de acabados y equipamiento, hicieron de la limusina germana un vehículo único, producido en una época en la que la casa de Stuttgart no escatimaba ni un sólo marco para fabricar sus modelos, menos aún, para elaborar el mejor coche del mundo. Por todo ello, el Mercedes-Benz 600 fue, y sigue siendo, el mejor Mercedes jamás fabricado.

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