Se fue Paddy Lowe, se fue Aldo Costa, se fue Mark Ellis… pero quien no se podía ir era Hamilton. Mercedes se ha visto obligada a presumir de músculo financiero cediendo ante las pretensiones del inglés, que cobrará 33 millones de euros al año y podrá alcanzar incluso los 45 si cumple varios bonus de rendimiento. El bien llamado ‘contrato del siglo’ se cimenta en la intención de Mercedes de dar continuidad en un periodo de cambios que han afectado principalmente a su ámbito técnico. Vienen tiempos de arrimar el hombro en Brackley. Su época de oro en la Fórmula 1 ha entrado en un ocaso natural, que siempre hemos visto en las grandes dictaduras de equipos a lo largo de la historia. Cuatro o cinco años de éxitos abrumadores… hasta que las fuerzas se empiezan a igualar.
Toda etapa dominadora cuenta con su elemento diferenciador, que Mercedes encontró en su propulsor desde el comienzo de la era híbrida, pero ese tiempo terminó. Ferrari manda ahora en los circuitos de motor y enfatiza la buena salud deportiva de sus equipos cliente, mostrando los destellos que veíamos en los alemanes hace años. El factor piloto cobra más peso ya sin esos ases bajo la manga y Mercedes debe encomendarse en Hamilton para sacar esas décimas extra al coche en cada Gran Premio y para pelear desde la experiencia el mundial más apretado de los últimos años. Por todo ello, Hamilton se lo ha pensado. Es quizá su renovación más meditada porque ya no le garantiza seguir en el equipo con el mejor coche de la parrilla y sabe que el éxito o el fracaso dependerá de su rendimiento más que nunca.
La incertidumbre deportiva ha marcado esta ostentosa ampliación contractual por dos años más que no quiere inmiscuirse, en ningún caso, en el posible cambio de normativa de 2021. “No tenía sentido comprometerme con lo desconocido”, aseguró Hamilton, que no pudo ser más claro. Incógnita para todos, ahora casi disuelta en el desinterés de los fabricantes por acometer cambios mayores e infértiles en la búsqueda de nuevas marcas, no deja sin embargo de acentuar la cautela general. Pero puede que lo desconocido llegue mucho antes para Hamilton. Se acabaron las comodidades del amplio colchón de años atrás; ya solo quedan sus manos y, por lo pronto, ocho puntos de desventaja con Vettel que animarán un verano ya un poco menos agitado por la ‘silly season’. Mercedes y Hamilton seguirán de la mano, pero ya nada será tan fácil.