La semana pasada Nigeria se enfrentaba ante la Argetina de Messi con opciones de pasar a octavos de final en la tercera jornada de la fase de grupos del Mundial de Rusia. Sin embargo, el capitán nigeriano, John Obi Mikel, se encontraba aterrorizado y angustiado por otro motivo: su padre había sido secuestrado horas antes del partido.
El número '10' de las 'Águilas Verdes' recibió una extraña llamada mientras se desplazaba en el autobús oficial de la selección nigeriana al Krestovsky Stadium de San Petersburgo, lugar en el que se disputó el encuentro. Fue en esa llamada donde Obi Mikel recibió la mala noticia. "Recibí una llamada cuatro horas antes del inicio para contarme qué había pasado. Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien", afirmó el jugador en el periódico británico 'The Guardian'.
El jugador aceptó las condiciones y se mantuvo en silencio, incluso llegó a jugar el partido. ¿El motivo?, los millones de nigerianos que esperaban que su selección hiciera historia venciendo a una Argentina que se encontraba en horas bajas y fuera del Mundial. "Jugué mientras mi padre estaba en manos de bandidos. Tuve que suprimir el trauma.Estaba confundido. No sabía qué hacer pero, al final, supe que no podía dejar 'tirados' a 180 millones de nigerianos. Tuve que apartarlo de mi cabeza e ir a representar a mi país primero", declaró.
Finalmente Nigeria no logró los tres puntos y quedó eliminada, pero este lunes todo el país recibió una buena noticia: el padre del capitán de la selección fue liberado. Actualmente se encuentra en el hospital recibiendo cuidados médicos como resultado de la tortura que recibió en los seis días que permaneció capturado.