El fútbol africano no despega. Y no por falta de oportunidades. Desde que la Camerún de Roger Milla sorprendiera a la Argentina de Diego Armando Maradona en el Mundial de Italia 1990 llevamos escuchando el recurrente argumento de que el futuro del fútbol está en el continente negro. Pero la realidad, tozuda como para destrozar cualquier sueño, habla en contra de ese vaticinio perpetuo que cada vez se escucha con menos fuerza antes de que eche a andar una nueva Copa del Mundo.
Rusia 2018 marca un punto y aparte bastante trascendente para el fútbol africano, porque las cinco selecciones de este continente que llegaron a la cita mundialista, Egipto, Marruecos Nigeria, Senegal y Túnez, quedaron eliminadas a las primeras de cambio. Esto es algo que no sucedía desde el mundial que acogió Inglaterra en 1966. Desde entonces, por lo menos un equipo africano se había colado entre las 16 primeras.
Los resultados, además, han sido contundentes. De los quince partidos que han jugados los equipos africanos, diez acabaron en derrota. Solo hubo tres victorias, la de Nigeria a Islandia por 2-0 en el grupo D, la de Túnez a Panamá por 2-1 en el G con ambas selecciones ya eliminadas, y la de Senegal sobre Polonia por el mismo resultado y en el grupo H. Egipto y Marruecos dejaron Rusia con tres derrotas en otros tantos partidos.
Es cierto que el fútbol africano no puede presumir de haber tenido demasiada suerte en los momentos decisivos. En este mismo Mundial, Senegal se ha convertido en la primera selección eliminada por las tarjetas acumuladas. Y se pueden recordar las eliminaciones de Marruecos en 1986, de Nigeria en 1994 o de Costa de Marfil en 2014 con un gol en el último minuto, el gol de oro que apeó a Senegal en 2002, o incluso el famoso apaño que dio con los huesos de Argelia fuera del Mundial de España 1982. O la triste eliminación de Ghana en 2010 en la tanda de penaltis, tras fallar otra pena máxima en el último minuto de la prórroga.
Esos son los instantes que hacen que las selecciones de siempre, las europeas y las americanas, pasen rondas, lleguen a finales y ganen títulos. En Rusia, los octavos de final los copan diez equipos europeos, cinco americanos y un asiático, Japón, que es el único combinado nacional que se ha colocado entre los poderosos, en ese hueco que muchos todavía esperan que ocupe en algún momento una selección africana.
Ni siquiera la globalización del fútbol ha servido para que el fútbol del continente negro pegue el estirón anunciado hace décadas. Hay que tener en cuenta que hoy en día muchos de los futbolistas que integran esas selecciones juegan en Europa. Marruecos, por ejemplo, tenía seis jugadores de la Liga española. Pero ni aún así. ¿Llegará algún día ese despegue? Ahora mismo, con el batacazo de Rusia 2018 todavía caliente, el futuro no parece ser demasiado esperanzador para el fútbol africano.