Citroën DS: La Revolución Francesa

Con un diseño innovador y rupturista y un impresionante despliegue tecnológico, fue uno de los vehículos más influyentes en toda la historia del automovilismo.
Alvaro-escobar
España
20.02.2017
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A mediados de los cincuenta, Citroën se enfrentaba a uno de sus retos más difíciles, la renovación de su flamante berlina, el Traction Avant, que tanto éxito había reportado a la marca francesa desde antes de la Segunda Guerra Mundial, habiendo sido un referente tecnológico, pero que ya empezaba a quedar anticuado para la nueva y floreciente Francia que comenzaba a resurgir, tras el cese de las hostilidades. El sustituto del Tractión Avant llegó en 1955, el Citroën DS 19, presentado en el Salón de París de aquel año. Tanto por su diseño absolutamente futurista como por sus infinitas innovaciones tecnológicas, el DS provocó un impacto tal que supuso una auténtica revolución y un punto de inflexión en la historia del automovilismo.

En realidad, Citroën se encontraba preparando la renovación del popular Traction Avant en 1938, sólo cuatro años después de su salida al mercado, pero los acontecimientos que se desarrollaron a partir del año siguiente, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la posterior caída de Francia en manos de los nazis, lógicamente paralizaron el proyecto. Lo mismo ocurrió con el modelo TPV (Très Petite Voiture), posteriormente llamado 2 CV, cuya producción debió haberse iniciado antes del estallido del conflicto armado.

Tras la guerra, Francia intentaba salir adelante poco a poco, dejando atrás la miseria y la tristeza. Fue entonces cuando la casa francesa lanzó el 2 CV y se puso manos a la obra para crear una nueva berlina. El proyecto fue encargado a Pierre Boulanger, André Lefébvre, Flaminio Bertoni y Paul Magès, quien se encargó de las suspensiones. Más tarde, fueron incluidos Pierre Franchiset y Walter Becchia. Todo un gran equipo para crear un gran automóvil. En mitad de la fase de creación del coche, sorprendió la muerte de Pierre Boulanger, como consecuencia de un accidente de tráfico.

En 1955 es presentado el DS 19 y su diseño cautiva a los presentes en el Salón de París

Varios años de trabajo después, Citroën presentó su gran creación en el Salón del Automóvil de París en 1955 bajo el nombre DS 19. El número hacía referencia a la cilindrada, 1.9 litros. Posteriormente, fueron apareciendo nuevas versiones más potentes, 20, 21 y 23, con motores de 2, 2.1 y 2.3 litros. Cuando fue presentado, el DS 19 tuvo tanto éxito que, en apenas quince minutos, la marca de los chevrones recibió más de setecientos pedidos y, al final del primer día, superaba los doce mil.

Lucía un espectacular y futurista diseño. En el frontal afilado, destacaban las ópticas redondas y un prolongado capó cubría su motor. La zaga era la parte más llamativa, sin duda. Lucía un grueso pilar C que parecía sostener él solo el techo, que se unía con la carrocería mediante una gran luna panorámica. Un detalle innovador del diseño lo constituían los pilotos de los intermitentes traseros incrustados en el embellecedor que recorría el borde del techo hasta el final, sobre los montantes laterales. La cintura era elevada, lo que le daba una apariencia robusta al DS pero, a la vez, la superficie acristalada era abundante. Con una longitud de 4’8 metros y, gracias a su baja altura al suelo y la ausencia de pasos de rueda traseros que casi ocultaban las ruedas, daba la sensación de estar ate un vehículo muy largo.

Interior lujoso y muy confortable

El interior era muy amplio y confortable, especialmente en las plazas traseras, lo que hacía del DS un vehículo ideal para cubrir largos viajes, gracias también a sus cómodos asientos que parecían el sofá de casa. En una época en la que la mayoría de los coches eran pequeños y se buscaban las dimensiones ajustadas para circular mejor en las ciudades y evitar problemas de aparcamientos, el DS suponía un enorme lujo. Además del amplio espacio, el habitáculo mostraba una gran calidad en los acabados. El salpicadero lucía unas formas horizontales con un bonito reloj en el centro. La instrumentación era abundante, a la vez que muy informativa y práctica. Tres esferas dominaban el cuadro, una a la izquierda, con diferentes testigos (aceite, luces, intermitentes, etc), en el centro el taquímetro y a la derecha el cuentarrevoluciones. También había dos indicadores más, uno para el nivel del carburante y otro para la temperatura del agua.

Un prodigio tecnológico

La comodidad a bordo se debía también a las suspensiones hidroneumáticas, desarrolladas por Paul Magès, que Citroën estrenó en el DS. Se trataba de unas suspensiones a rueda independiente que mantenían constantemente la altura del coche al suelo. Consistía en cuatro esferas, una en cada rueda. Cada esfera estaba rellena la mitad de aceite y la otra mitad de nitrógeno, ambas partes separadas por una membrana. Cuando se cargaba mucho el coche, el aceite comprimía el nitrógeno. Gracias a este complejo sistema, el DS absorbía sin problemas los baches e irregularidades tan comunes en las carreteras de entonces. Incluso permitía poder circular con tres ruedas, algo que la publicidad destacaría décadas después en otros modelos de la marca. La suspensión hidroneumática permitía también regular manualmente la altura del vehículo, de modo que el conductor podía superar cualquier obstáculo que encontrara por el camino, elevando el coche.

Las suspensiones eran accionadas mediante un circuito hidráulico, el cual, también se encargaba de hacer funcionar los frenos, que eran de discos los delanteros y a tambor los traseros, la dirección y el cambio semiautomático de cuatro relaciones. La palanca del cambio estaba situada detrás del gran volante de un único radio. Para cambiar de marcha, no era necesario pisar ningún pedal de embrague, únicamente mover la palanca en el sentido correcto. Un detalle curioso era el pedal del freno o más bien el “botón” del freno, ya que no existía un pedal como lo concebimos en el resto de coches sino una especie de botón a alta presión. La forma de arrancar el motor también era muy particular. Para ello, había que girar la llave ubicada a la izquierda del volante, presionar el freno y mover la palanca del cambio hacia la izquierda.

Diferentes mecánicas, desde 75 caballos hasta 139 del DS 21 con inyección electrónica

En cuanto al motor, la primera serie, el DS 19, tenían un bloque de cuatro cilindros y 1.9 litros que entregaba 75 caballos con los que alcanzaba los 140 km/h. Diez años después, en 1965, Citroën presentó el DS 21, con un motor que aumentaba la cilindrada hasta los 2.175 centímetros cúbicos y también incrementaba la potencia hasta los 109 caballos. Con esta nueva mecánica, el DS podía superar los 175 km/h. También hubo un DS 20 que sustituyó al DS 19, con un motor de dos litros y 103 caballos. Mención aparte merece la versión DS 21 de inyección electrónica ideada por Bosch en 1969 que elevaba la potencia nada menos que hasta los 139 caballos y alcanzaba los 190 km/h, lo cual convertía a la berlina francesa en una de las más rápidas del mundo. Ya en su recta final de producción, Citroën introdujo en 1972 el DS 23 con un motor de 2.3 litros con carburador y 124 caballos.

Con el DS 21, Citroën modificó el diseño de los faros, pasando de ser redondos a tener unas formas más cuadradas. En 1964 la casa francesa introdujo un nuevo nivel de equipamiento denominado Pallas, que era realmente rico e incluía unos acabados más lujosos, revestimientos de mayor calidad para los asientos y las puertas, asientos reclinables en altura y longitud, superficies cromadas, llantas estriadas y faros direccionables que giraban en el sentido de la dirección. Otro elemento disponible en el DS y que recalcaba su enorme dotación tecnológica era el sistema ABS que controlaba la frenada según la carga, presente por primera vez en un coche de esta categoría.

Carrocería cabriolet y familiar y una versión de representación llamada Prestige que incluía radio-teléfono

Además de la berlina, la marca de los chevrones realizó una versión cabriolet, presentada en 1958, reconocida a la postre como uno de los descapotables más bonitos de la historia. También hubo una carrocería familiar, con unas dimensiones que llegaban hasta los 5’20 metros. Un Mercedes Clase S actual mide algo más de 5’10 metros. El DS Break se convirtió en un coche muy práctico para servir de ambulancia, transporte de mercancías, incluso, vehículos fúnebres. Además del equipamiento Pallas, hubo un acabado más especial llamado Prestige que hacía del DS un vehículo de representación para importantes personalidades, como jefes de estado. Esta versión ofrecía unas plazas traseras más cómodas y amplias, con absoluta independencia del puesto de conducción, separadas ambas partes por un cristal que podía subirse y bajarse manualmente mediante una manivela. El principal gadget de este acabado era su radio-teléfono, siendo el primer automóvil del mundo en disponer de ello. También ofrecía unas mesas de madera que se desplegaban de los asientos delanteros y una máquina de escribir para poder trabajar. Una auténtica limusina

El DS en la competición

A pesar de que el DS fue concebido claramente como una berlina de paseo que hacía especial hincapié en ofrecer una enorme comodidad a los pasajeros, sus dotes técnicas lo convertían en un vehículo muy propicio para circular por terrenos irregulares como nieve, lluvia, barro o arena, así que su participación en pruebas internacionales de Rally no tardó en llegar, cosechando óptimos resultados. Merecen una mención especial las victorias conseguidas en el Rally de Montecarlo, el 1000 Lagos de Finlandia, el Rally de Portugal o el Rally Acrópolis, además de otras pruebas por todo el mundo, como la victoria en el Rally de Marruecos en 1969 sobre arena.

A lo largo de la dilatada historia del automovilismo, ha habido muchos coches especiales que ocupan un lugar destacado entre aficionados y profesionales del mundo de los clásicos. Uno de ellos es, sin duda, el Citroën DS, un vehículo que supuso un punta y aparte en la historia por su diseño innovador y absolutamente rupturista que caracterizaría a la marca francesa desde entonces y por su impresionante dotación tecnológica, como la suspensión hidroneumática, el cambio semiautomático, el circuito hidráulico, los faros direccionables, entre otras opciones, que provocó una auténtica revolución en el sector e hizo de esta fabulosa berlina uno de los automóviles más influyentes de la historia. Ya en el siglo XXI, el Citroën DS ha conseguido diferentes premios, entre ellos, el de “El coche más bonito de todos los tiempos” por la revista Classic & Sports Cars, tras una votación en la que participaron diseñadores de la talla de Giorgetto Giugiaro, Ian Callum o Paul Bracq. En la actualidad, Citroën ha recuperado la denominación DS para crear una división más lujosa con los DS 3, DS 4 y DS 5.

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