Fue antes de tiempo y ya no es novedad. Williams era el último equipo de Fórmula 1 que faltaba por confirmar la fecha de su presentación y, finalmente, se han visto obligados a hacerlo a causa de una filtración convertida en tradición en los últimos años. Autosport era, en este caso, el medio que desvelaba las imágenes del Williams, que verá la luz de manera oficial el día 25 de este mes, y la primera impresión no era la esperada por la mayoría de los aficionados ante las altas expectativas generadas por el cambio de normativa.
Al margen de que este concepto sea tan solo la base de un FW40 que evolucionará mucho de cara a la primera carrera de la temporada, los primeros trazos se asemejan en gran medida a los anteriores modelos de Williams, con la salvedad de las modificaciones realizadas a causa del cambio de normativa de esta temporada 2017. Esta circunstancia invita a pensar que en el seno del equipo británico mantienen su fe en la filosofía que les ha llevado a pisar el podio en las últimas temporadas, a pesar de que este momento coyuntural sea propicio para las virguerías propias de los aerodinamicistas.
Menor anchura y agresividad de la prevista
Una longitud mayor, idéntica decoración, pero en su frontal reside la similitud conceptual, con un morro calcado al de sus predecesores. Varía el alerón delantero, menos recargado tras la desaparición de los deflectores verticales y dejando más visible la cascada de flaps. Otra de las variaciones es la inclusión de un aparente conducto S en el inicio de la zona frontal. Sin duda, el mayor cambio se produce a partir de aquí. Williams sorprende rompiendo con un dogma instaurado en la normativa 2017: la mayor anchura del monoplaza.
En el equipo de Grove han preferido optar por unos pontones estrechos, bien esculpidos y una zaga mucho más ceñida que la del FW38. Los retrovisores se retrasan, desaparecen los aletines en la zona del soporte de la cámara de la FOM y aumenta el tamaño del airbox. Además, el espacio desaprovechado por los pequeños pontones lo ocupan los bargeboards, que destacan por una verticalidad muy distante de las formas angulares previstas.
Trasera estrecha y al estilo 2017
La línea del monoplaza concluye con una salida de gases más pequeña que en años anteriores y un alerón trasero que presenta un plano principal curvado. Precisamente, en esta zona se encuentra uno de los aspectos que parece que será extensible también al resto de los monoplazas: los endplates traseros. Estos adquieren este año una forma característica de fuera hacia dentro, ofreciendo una imagen diferente a la que costará acostumbrarse. Otra de las curiosidades del Williams es su aleta de tiburón, más exagerada que en el monoplaza de la pasada temporada, pero más pequeña de lo esperado, aunque posiblemente este área de la cubierta motor sea una de las más sujetas a revisiones en las próximas semanas.
Todas estas variaciones conforman un todo estéticamente atractivo pero escasamente innovador, teniendo siempre en cuenta la magnitud del cambio de normativa, que prometía una puesta en escena mucho más rompedora con lo visto en temporadas anteriores. El tiempo dirá si este Williams es tan solo un verso disperso o si es un fiel reflejo de la nueva era de la Fórmula 1 que comenzará dentro de un mes en Melbourne.