Hace 18 años Fernando Alonso deslumbraba en Spa, pilotando su F3000 en una brillante y holgada victoria que le hizo refulgente… y que los demás empezaron a mirar con cierta sonrisa en los ojos. Fue en una de esas carreras en las que el astur alzó la victoria con todo lo que tenía.
Bien es sabido que es de sus circuitos preferidos, pero por cosas de la suerte o que simplemente no han querido darse, el de Oviedo no había vuelto a pisar lo más alto del podio de la prueba belga desde ese día. Sí es cierto que le acompañaron numerosas carreras y varios podios en la categoría reina e incluso llegando a liderar la carrera en 2004 cuando tuvo que abandonar, pero no actuaciones tan fructíferas como la de aquel lejano día.
[Sumario]
Igualmente, la de esa temporada en la Fórmula 3000 no fue una brillante sobre todo, ya que, para Alonso, cuya calidad estaba demostrada sobradamente, no tuvo un coche fácil de pilotar durante ese año y éste, además, no se adaptaba a su estilo de conducción. Una categoría monomarca (Alonso corría en el equipo Astromega) estilo la que hoy la F2 más se le acerca. Tal fue su situación que no consiguió ni un solo punto en las seis primeras carreras, donde tenía que acabar en al menos quinto lugar en el campeonato final para conseguir la superlicencia y dar así el salto llegado hacia la Fórmula 1.
Fines de semanas antes, Alonso simplificó mejor su conducción e hizo lo posible para que el equipo le adaptara el coche como él pedía, donde empezó a encadenar grandes actuaciones sobre grandes actuaciones para así llegar hacia la victoria de ese fin de semana en Spa-Francorchamps.
Finalmente, acabó cuarto aquel mundial codeándose a pilotos de la talla, entre otros, de su amigo y compañero en F1 Mark Webber. El resto de la historia ya la conocen. Minardi, Briatore, Renault… 18 años más tarde volvió a hacerse con lo suyo en el trazado belga. Esta vez en el WEC. Para no dejar de volver…