Por el mes de febrero es habitual el tema, ya cansino, de dónde se acabará disputando la final de Copa del Rey. Es habitual, sobre todo, desde que el Barcelona es un fijo en la final, ausente en 2010 y 2013, años donde Camp Nou y Bernabéu acogieron la finalísima y vieron como Sevilla y Atlético levantaban el trofeo.
El equipo catalán siempre ha considerado que la mejor opción para jugar la final sea el Santiago Bernabéu, más que nada porque la capacidad del coliseo blanco es mayor que la de otros buenos estadios de España como son el Vicente Calderón o Mestalla, campos donde se han disputado finales en los últimos años.
El Alavés también piensa que la mejor opción para albergar un partido tan bonito como es la final de copa, sea el Santiago Bernabéu. El equipo vitoriano quiere que el desplazamiento de sus aficionados sea en masa, con el objetivo de que el mayor número de socios posibles anime a los suyos en una final después de 16 años.
El Real Madrid no cederá su estadio
La negativa del Madrid es clara. Ha pasado en los últimos años, siempre con el Barcelona de por medio. Casualmente la última vez que se disputó una final en el estadio merengue fue en la temporada 2012-2013, año que el Real Madrid alcanzó la final y acabó perdiéndola ante el Atlético de Madrid (1-2) en la prórroga.
San Mamés en la recámara
El estadio del Athletic es una opción factible tanto para catalanes como para vitorianos. Al Barcelona le daría igual viajar a Madrid como a Bilbao y al Alavés le vendría mejor realizar un viaje corto para hacer frente a la desproporción que ya existe entre la plantilla de un equipo y otro.
San Mamés es un estadio amplio (53.829 espectadores), con cuatro estrellas UEFA y que tiene apenas cuatro años de vida. El césped está cuidado al detalle, donde se puede practicar perfectamente el fútbol (Mestalla y Calderón no tienen el césped tan bien cuidado como el del Athletic). Grosso modo, es un estadio ideal para albergar la finalísima de copa entre catalanes y vascos.