Lancia Thema 8.32: Berlina con alma Ferrari

Tenía un potente motor V8 y 32 válvulas de origen Ferrari con 215 caballos que lo convertían en una de las berlinas más rápidas de la época
Alvaro-escobar
España
07.02.2017
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Cuando la industria del automóvil aún sufría los coletazos de la crisis del petróleo de 1974, la cual había propiciado la extinción de aquellos motores gigantescos de enormes cilindradas, sustituidos por bloques más reducidos y turboalimentados (eso que hoy se llama Downsizing) y cuando las marcas, salvo excepciones, no se atrevían a producir modelos demasiado potentes, en 1986 Lancia sorprendió al mundo con un vehículo absolutamente de locos, una de esas cooperaciones entre las marcas italianas que dio como resultado un producto que hoy sería tildado de “suicida” (sin tener en cuenta, lógicamente, el estado inerte en el que se encuentra actualmente la marca turinesa). Su nombre era Thema, seguido de un número, 8.32, que hacía referencia al motor V8 y 32 válvulas derivado del Ferrari Mondial y del 308.

Se trataba de la misma berlina que Lancia presentó tres años atrás, en el Salón de Turín de 1984, un automóvil del segmento E que se las vería con rivales como el Audi 100, la Serie 5 de BMW o la Clase E de Mercedes. Pero, concretamente, el modelo del que hablamos era especial por lo que escondía debajo del capó, además de otros detalles de equipamiento que lo diferenciaban de la versión “normal”. Pero, antes de entrar a describir el alma de este Thema 8.32, empecemos por el principio, hablando del origen del binomio Lancia-Ferrari que dio origen a esta espectacular berlina.

La primera unión entre Lancia y Ferrari

El primer contacto entre ambas marcas se produjo en los años cincuenta, cuando Lancia competía en la Fórmula 1 con Gianni Lancia, hijo de Vincenzo Lancia, fundador de la marca, al frente de la empresa. En 1955, el piloto de la escuadra turinesa, Alberto Ascari, sufrió un accidente en el Gran Premio de Mónaco del que pudo salvar la vida. Sin embargo, semanas más tarde, no correría la misma suerte y, mientras conducía un Ferrari en Monza, el piloto italiano murió en otro accidente. Este trágico suceso motivó la decisión de Gianni de abandonar la máxima competición y ceder a la Scuderia Ferrari sus seis coches Lancia D50, además de su diseñador, el gran Vittorio Jano, padre de la criatura. Al año siguiente, Fangio se proclamaría campeón del mundo a los mandos del Lancia-Ferrari D50. Fue el primer punto de encuentro entre las dos marcas italianas, motivado, como vemos, por un episodio luctuoso.

Años más tardes, en 1972, tuvo lugar la segunda unión cuando Lancia decidió volver al mundo de la competición, en este caso, al campeonato mundial de rallys y preparó el Stratos, un coche que marcaría una época, tanto para el fabricante italiano como para el campeonato en sí. El Stratos montaba el motor V6 del Ferrari Dino, si bien no fue fácil que Enzo Ferrari cediera su propulsor a Lancia. Cuando Gianni solicitó dicho motor, Maranello se negó, de modo que acudió a Maserati para encontrar mejor suerte. Pero en aquella época, Maserati era propiedad de Citroën, o lo que es lo mismo, si se materializaba la sinergia entre Lancia y Maserati, habría un “sabor francés” en el Stratos y en los éxitos que pudiera conseguir. Ante esto, Ferrari cedió y proporcionó su V6 del Dino a la nueva creación de Lancia. Efectivamente, los éxitos de esta nueva alianza fueron enormes. En los años ochenta hubo un nuevo acercamiento entre ambos fabricantes para crear un modelo para las carreras de prototipos, el Lancia LC2, que montaba un motor Ferrari turboalimentado.

El Lancia Thema, una súper berlina

Por fin llegamos al año de nuestro protagonista de hoy. En 1986 se dio otra conjunción entre la casa de Turín y la de Maranello pero, esta vez, no para preparar un coche de carreras sino para crear una auténtica berlina de representación capaz de codearse con los mejores coches de lujo de la época. La idea fue montar en el Lancia Thema, una berlina del segmento E, el motor V8 del Ferrari 308 y del Mondial. A priori, una locura, pero dio como resultado un coche único y exclusivo como ya no se hacen. Una cilindrada de tres litros, cuatro válvulas por cilindro y una potencia máxima de 215 caballos trasladados al eje delantero, una aceleración 0-100 km/h en 6’8 segundos y una velocidad máxima de 237 km/h. La caja de cambios era manual de cinco velocidades, una transmisión que no destacaba por ser muy rápida, como tampoco los frenos eran muy potentes, aunque ya contaban con sistema ABS de control de frenada.

Con estas prestaciones, el Thema 8.32 era la berlina con tracción anterior más rápida del momento, incluso, más rápida que el BMW M5 y el Mercedes E500. Pero, a pesar de lo que decían los números, su comportamiento en carretera quedaba muy lejos del de un deportivo. El Thema no era un coche deportivo, se mostraba algo torpe en las curvas, la lentitud de la transmisión impedía jugar con el cambio, la aceleración era poderosa pero la frenada algo débil y la distribución del peso era pésima. Condiciones que impedían una conducción deportiva. Pero no era ese su comedido sino ser un vehículo de lujo y representación, como dejaba claro el interior. Asientos y salpicadero en piel Frau, cosido a mano, presencia también de alcántara en el techo, así como de madera noble en las puertas y en el panel de instrumentos que contaba además con relojes con la numeración amarillo sobre fondo negro, como era característico en los Ferrari de entonces. El volante también era diferente a los del resto de la gama Thema, más pequeño, de tres radios, cubierto de cuero y más inclinado. Ponerse al volante de esta súper berlina era una auténtica delicia. En la trasera, encima del maletero, tenía un alerón retráctil que se elevaba automáticamente o también de forma manual, pulsando un botón del salpicadero. Tan exclusivo era el coche como la entrega al cliente. Hablamos de un automóvil cuyo precio era de unos 35 mil euros… ¡en 1986! El afortunado comprador de un Thema 8.32 debía dirigirse a Borgo San Paulo, un barrio de Turín, donde se preparaban las Limusinas y coches de representación para autoridades italianas, y allí recogía el vehículo.

El Thema 8.32 estuvo en venta desde 1986 hasta 1992 y se fabricaron más de 3.500 unidades. Fue un coche único, difícil de concebir hoy en día. Quizá el Alfa Romeo Giulia recoge el testigo dejado por el Lancia, aunque con matices. El Giulia monta un motor de origen Ferrari pero desarrollado exclusivamente para la berlina del Biscione. El Thema montaba directamente el propulsor derivado del Ferrari 308 y del Mondial. Una mecánica poderosa, un diseño elegante y un interior de una calidad abrumadora fueron los ingredientes que convirtieron a esta gran berlina italiana en uno de los coches más exclusivos de la época y permitió a Lancia competir en un segmento dominado con autoridad por las grandes marcas alemanas.

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