Allá por mediados de los noventa, Mercedes-Benz lanzó al mercado la Clase SLK, un pequeño descapotable destinado a aquellos que buscaban un deportivo biplaza pero que no podían alcanzar el lujoso Clase SL. El SLK inauguró el concepto de coupe-cabriolet, gracias al uso de un techo rígido retráctil que sustituía al clásico de lona, dotándolo de una estética cupé cuando no estaba descapotado. Este mecanismo luego fue imitado por muchas otras marcas y, a menudo, se cree que fue una creación de la casa alemana. Nada más lejos de la realidad, el primer techo rígido replegable se remonta al lejano 1935 y fue el Peugeot 402 Eclipse el primero en usarlo, convirtiéndose en el primer coupe y cabriolet de la historia del automóvil.
En plena depresión económica, debido al crack de la bolsa en Estados Unidos en 1929 y, cuando la amenaza del Nazismo empezaba a planear sobre las democracias europeas, la industria del automóvil no atravesaba un gran momento. Al igual que hoy, la crisis había mermado los recursos económicos de muchas familias y ello impedía que pudieran adquirir un vehículo. A diferencia de Estados Unidos, donde Henry Ford había permitido a la clase media norteamericana, desde 1908, acceder a un coche económico y fiable, Europa todavía estaba un paso atrás, también debido a las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Cuando parecía que el sector de la automoción podía empezar a desarrollarse, la Gran Depresión supuso un freno seco.
No obstante, el nada favorable contexto socio-económico no impedía a unos pocos privilegiados y, a la vez, entusiastas de los automóviles organizar concursos de elegancia y a las marcas participar en ellos. Los grandes carroceros y diseñadores de la época, producían verdaderas obras de arte para concursar en estos eventos y algunos de esos coches luego se producían en serie y se comercializaban. Es el caso de nuestro Peugeot 402 Eclipe, presentado en 1937 y derivado del 402 normal que viera la luz dos años antes.
Peugeot produce el 402 en 1935 con líneas curvas, siguiendo el patrón aerodinámico estrenado por Chrysler
Efectivamente, en 1935 la casa de Sochaux lanzó al mercado el 402, un vehículo que seguía la nueva moda caracterizada por líneas curvas y diseños más aerodinámicos que introdujo en los años treinta el Chrysler Airflow, en Estados Unidos. En esta época, los automóviles empezaron a abandonar las formas cuadradas por otras más estilizadas, cobrando especial protagonismo la aerodinámica para conseguir mejores prestaciones. El diseño del 402 presentaba un frontal muy particular, caracterizado por una gran parrilla dividida en dos partes que protegía los faros, situados muy al centro. Encima de aquella, sobresalía el león, símbolo de Peugeot, parecido a otras efigies presentes en marcas como Jaguar, Rolls Royce o en algunos coches de lujo americanos de aquellos años, lo cual dotaba al 402 de cierto glamour. Sobresalían unos anchos pasos de rueda y un enorme capó albergaba el motor. En los laterales había cuatro puertas en el modelo berlina. La zaga lucía una caída que se prolongaba desde el techo hasta el paragolpes, y sobresalía el espacio de la rueda de repuesto.
Un descapotable elegante y lujoso con techo retráctil con la colaboración de la carrocera Portout y Georges Poulin
Pero el modelo más importante, dentro de la gama del 402, fue el Eclipse. Hasta los años veinte, eran muy frecuentes las carrocerías roadster, pero siempre tenían capotas de lona que se replegaban de forma manual. Peugeot también había creado un 402 Roadster que se mantuvo en producción un año y medio. En 1937, el fundador de la marca, Emile Darl’Mat, y la empresa carrocera Portout acordaron fabricar un modelo descapotable más lujoso y elegante que pudiera participar en los concursos de elegancia y acudieron a las manos de Georges Poulin, quien había ideado un mecanismo para descubrir eléctricamente las capotas.
A mediados de 1937, nació el Peugeot 402 Eclipe, basado en la plataforma del 402 pero cuya carrocería se alargaba hasta los 5’20 metros de longitud. El motivo del aumento de tamaño no era otro que el mayor espacio en la zaga para “guardar” el techo. A través de un mecanismo manual, el techo rígido se ocultaba en la amplia trasera. La operación para descubrir el coche pasó a ser eléctrica en la última versión, gracias al moderno mecanismo elaborado por Georges Poulin. A diferencia del Roadster, que sólo tenía dos plazas, en el Eclipse sí podían viajar cuatro ocupantes cómodamente. Más allá del diseño posterior, el resto del vehículo permanecía invariable, manteniendo el característico frontal.
El interior del Eclipe, así como de toda la gama del 402, era muy confortable y espacioso, pudiendo acoger hasta seis ocupantes. Presentaba revestimientos aterciopelados y una completa instrumentación compuesta de taquímetro, amperímetro, indicador de la gasolina, temperatura del agua y un reloj. Como curiosidad, se podía abrir el parabrisas mediante una manivela y la palanca del cambio estaba situada en la plancha del salpicadero.
El primer vehículo con cambio automático en Europa
Mecánicamente, el Eclipse no era un prodigio de la tecnología, no presentaba ninguna novedad respecto a lo ya visto en la época. Estaba dotado de un motor de cuatro cilindros en línea y dos litros que entregaba 55 caballos. Las suspensiones eran hidráulicas y los frenos eran a tabor en las cuatro ruedas. Pero, si bien el motor no era vanguardista, la caja de cambios sí que era toda una revolución tecnológica en aquel momento, no en la versión manual de tres velocidades, que era lo común, sino en el cambio automático de tipo electromagnético Cotal de cuatro relaciones, que hacía del Peugeot el primer automóvil de Europa en disponer de una transmisión automática más o menos como la entendemos hoy, realizada por Gaston Fleischel, pionero en el desarrollo de cambios automatizados.
Una larga tradición de descapotables prolongada con modelos como el 504 o el 205 y con el 206 CC y 307 CC
La marca francesa presume de una grande y exitosa tradición de vehículos descapotables a lo largo de su dilatada historia. Especial mención merecen modelos como el 504 Cabrio de los años setenta y el más famoso de todos, el 205 Cabrio de los ochenta, curiosamente, con la colaboración de Pininfarina en ambos casos. Esa tradición continuó después con el 206 CC y el 307 CC, recuperando el techo rígido retráctil que pusiera de moda el Mercedes SLK y haciendo un guiño a su abuelo, el 402 Eclipse, quien ostenta el honor de haber sido el primer automóvil coupe y cabrio de la historia del automovilismo.