Vivimos en una sociedad donde todos quieren ser diferentes, pero todos son iguales. Donde nadie se siente representado por nadie. Donde sobran ovejas y faltan pastores, diría Nietzsche.

Lo único que pretende Calvo es politizar el lenguaje con una reivindicación superficial que intenta disfrazarse de un adulterado morado con el que connotar de feminista el nuevo Gobierno.

Pablo Casado representa la verdadera derecha ideológica. A la España familiar, católica, provida y patriótica. A la España de las pulseritas y las banderas en los balcones.

A Pedro Sánchez se le presenta una ocasión sin precedentes para demostrar su valía política y manifestar a la sociedad española su capacitada condición como Presidente del Gobierno.

Íñigo fue desterrado a ser candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid en las próximas elecciones autonómicas más por decisión de Iglesias que por voluntad propia.

Tras años de letárgica hibernación, los pensionistas de este país despertaron de su profunda zozobra para volver a darse de bruces con la cruda realidad.

Rajoy frotó su particular "lámpara del conocimiento" para devolver a la vida al señor Torquemada. Y de paso, contraatacar a Iglesias afirmando que éste ha dejado muy corto al fanático religioso.

Los casos de corrupción en España no son inherentes a una formación política. Son un mal endémico y sistemático que florece destruyendo la creación de hospitales, colegios, becas o pensiones.

Me imagino a Rajoy compareciendo en otro burdo escenario dentro de unos meses para explicar las razones que han hecho fracasar un acuerdo que estaba dilapidado desde antes de ponerse en marcha.