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Cersei no tiene frío

Manifestantes independentistas frente al Ayuntamiento de Madrid

Ayer vinieron a Madrid entre 18 y 120 personas (elija) a pedir la libertad de los líderes presos y a remarcar el carácter político del juicio al procés. Dijeron que venían a despedirse; que se van. Y lo hicieron en Madrid; no hay arbitrariedad en ese gesto (nunca la hay). La idea era simbolizar la unión frente a la opresión de una justicia parcial y la incomprensión del Estado.

Antes de empezar el mitin, emitieron imágenes del juicio. Les pareció buena idea ambientarlas con música épica. Como en un tráiler. Pero ojo, porque esa espectacularidad puede despistar. Varias señoras abuchearon cuando no tocaba. Lo hicieron casi por inercia, sin darse cuenta. Pero enseguida aplaudieron. La que hablaba en el vídeo en ese momento era Forcadell.

Les pregunté por qué habían reprobado aquellas declaraciones. Me dijeron que no sabían que era ella porque no habían visto bien la pantalla grande. Estaban justo detrás de los cámaras de tele. Pero sí la habían escuchado. Es curioso. Y muy representativo. Lo digo porque sugiere dos cosas: la escasez de entendimiento y la falta de voluntad para llegar a él. El error comunicativo. En todos los sentidos y a ambas direcciones.

No se puede pretender accionar un mecanismo si los sistemas no están cohesionados. Y, si las partes no encajan, mucho menos. El debate está lo suficientemente enconado como para empezar a buscar un término medio. Pero ahí viene la campaña; cuando menos te lo esperas, la tienes encima. Es como el verano en Madrid. Te hace gracia pensar en él y bromeas a dos grados bajo cero en enero. Pero, cuando llega, quieres incluso que Jon Nieve se haga con el trono si eso hace que vuelva el invierno pronto. Hasta ese punto.

Y ahí está Cersei, la analogía entre el independentismo y la gestión del Estado. Lo voy a explicar porque ya os conozco. Cersei es mala y lo seguirá siendo hasta que consiga reinar para siempre (spoiler: lo va a hacer). Ni siquiera el horror del frío y los Caminantes Blancos le convence para pactar una tregua con Daenerys. No sé si se entiende.

Las dos partes están representadas en Cersei. No lo digo por la maldad, que os veo venir. El problema es que no tiene la voluntad de crear consensos. Ella persigue su objetivo y lo demás le da igual. Esa es la sensación. Y eso es lo que hace que tenga una situación tan complicada. Porque llega un punto en el que cualquiera duda ya de la capacidad política de llegar a entendimientos.

Ahora, el independentismo está en una fase nueva. El juicio va a marcar la campaña electoral y el final de temporada. Un día un guionista dijo que había que dejar morir a las series con un final convincente porque pueden llegar a saturar al público. Si el argumento no se renueva y la trama no da más de sí, el espectador se acaba desenganchando. Lo digo porque la última temporada de Juego de Tronos se estrena el 14 de abril. Lo peor es que la campaña empieza el 12. El invierno ya está aquí, Cersei.

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