La depresión es un estado de infelicidad que aparece en cualquier etapa de la vida de una persona. Esta enfermedad, de la que todo el mundo no es consciente de su gravedad, deja a los enfermos sin ganas de nada y, además, es una de las principales causas de suicidio en los adolescentes.
La vida cotidiana está llena de problemas y depende de la percepción de cada uno considerarlos graves o no. Las decepciones emocionales nos van alejando cada vez más, aislándonos y encerrándonos en nosotros mismos. Esta situación se convierte en insoportable a lo largo del tiempo y la desesperación es tal que sientes que te vuelves invisible para todo el mundo. Es horrible sentir que a nadie le interesa cómo te sientas. Cada día es un espectáculo de mentiras en el que tratas de mostrarle al mundo que las cosas están bien, que todo gira su curso, que no tienes ningún problema. Y la gente no se da cuenta de que realmente estás pidiendo a gritos que alguien te salve.
Las personas que no padecen depresión no son totalmente conscientes del dolor que sufre alguien que está enfermo. No saben nada de las noches sin dormir, la incomodidad en el pecho, el nudo en el estómago y las ganas de desaparecer. La gente cree que la depresión es un mal día, tristeza que al día siguiente habrá desaparecido, como un constipado que no dura ni una semana. Este trastorno es mucho más que eso y para verlo solamente hay que abrir los ojos. Hay personas que gritan en silencio todos los días, que tienen cortes en sus manos o en sus piernas, que se aíslan, que no comparten una palabra y que necesitan ayuda.
Tenderle una mano y un hombro para llorar a alguien que lo necesita, puede no suponerte nada, pero estoy segura de que para ella, será lo mejor que le haya pasado a lo largo del día. No permitas que se vuelvan invisibles porque nadie merece pasar por el mundo deseando desaparecer.