La patronal española vuelve a dar otra vuelta de tuerca al tema de las contrataciones. En su reciente informe titulado ‘El aprendizaje: clave de la mejora de la empleabilidad y la competitividad’, que ya ha sido enviado a los secretarios de Estado de Empleo y Educación, aboga por los contratos formativos sin límite de edad y los becarios sin salario obligatorio.
Dice la CEOE que eliminar el requisito de edad del contrato de formación, hasta ahora reservado a menores de 30 años, permitirá que “trabajadores despedidos de sectores en declive podrán orientar sus conocimientos hacia una nueva profesión”. Esta propuesta va dirigida a los casi 900 parados mayores de 45 años que ya han agotado la prestación . Según la Encuesta de Población Activa de finales de 2017, un 24% de los desempleados pertenece a ese colectivo y lleva más de doce meses buscando trabajo sin éxito.
De igual manera, la patronal insta al Gobierno a una flexibilización de las prácticas de los estudiantes. Ampliar la edad de acceso de los titulados universitarios, actualmente entre los 18 y 25 años, permitir que trabajen en fin de semana, poder rescindir el contrato de forma unilateral y, sobre todo, que “las percepciones económicas no estén reguladas normativamente para que no se limite la capacidad de la empresa de acoger trabajadores en prácticas”. Con todas estas ventajas, seguro que los jóvenes estarán ansiosos por iniciar su andadura en el mercado laboral.
Llama la atención el nombre del informe, no por mención, sino por omisión. En la mejora de la empleabilidad y la competitividad, no hay duda de que el aprendizaje es clave para que el valor del servicio prestado y la productividad alcancen las cotas más elevadas. Pero igual de importantes tienen que ser el salario y las condiciones laborales. Un trabajador bien formado, motivado, y satisfecho con su retribución, es garantía de calidad. Las tres cualidades deberían ir unidas de la mano. Lástima que esta vez la CEOE se haya centrado solo en la primera.