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No hay un amigo en Sánchez (ni en Iglesias)

Puede que sean los líderes los que obstaculicen ahora las negociaciones (Pixabay)

El problema de Woody ha sido siempre su hiperliderazgo. Basó su Gobierno en el culto al líder porque cada decisión que se tomaba pasaba por él. Era el que decidía todo. Estructuró las funciones de cada juguete de tal forma que llegó a desvirtuar la esencia de jugar: la libertad y la diversidad. Cada personaje se convertía en mercenario del vaquero. Vale, pues Sánchez es ese sheriff.

El problema de Pedro es que no asume las dinámicas que se manejan hoy en la cultura de pactos. No puede pretender amarrar un Gobierno en minoría sin incorporar las sensibilidades de sus socios. Esa idea de armar un Ejecutivo monocolor es tan 2011. No basta con imponer las condiciones en las que quiere que entre Podemos a formarlo.

También es curioso que Celáa (ella, como fenómeno, es curiosa en sí misma) diga que Sánchez no pone vetos a nadie. Pero está claro que no quiere tener a Iglesias en el Consejo. En sí, proponer miembros de Podemos que no tengan un carácter explícitamente político es un veto. Es un no en la cara de Pablo. Pero si decides incluir al partido con el que negocias en un puesto de poder, lo lógico es que sea esa formación la que proponga a alguien.

El problema es que a Iglesias le pasa lo mismo. Pone el equipo y el programa en el mismo plano. La idea está bien, pero en una negoción creo que hay que saber priorizar. Quizá no sea tan importante saber a quién pones en el Consejo en la medida en que esa persona funcionará como representante del partido en un puesto de responsabilidad.

También es interesante que explique cómo hará Podemos para imponer su agenda al PSOE. Cómo colará su programa a los socialistas si Iglesias ya ha asumido que acepta el liderazgo de Sánchez en lo referente a Cataluña. Es decir, si ya deja de lado determinadas posiciones, por qué iba a ser capaz de hacer que el PSOE ceda en otras cuestiones. Seguiría estando en minoría y el nivel de representatividad de sus votantes sería mucho menor.

Y ahí es donde creo que patina más. Delegar en la militancia la decisión de aceptar o no lo que ofrece el PSOE es evitar una responsabilidad que le toca a Podemos asumir. A Iglesias, no a los votantes. Si la directiva es la que representa esa voluntad popular, imagino que será la que tiene que comerse las consecuencias de la elección.

Pero la consulta es una forma de dar un argumento más a Podemos para plantearle al PSOE su manera de entender el gobierno de coalición. Con la participación de la militancia tendría ese respaldo. Aunque eso es trampa. Es como si Buzz Lightyear hubiese montado un referéndum con sus bases para que decidiesen por él si debía integrarse en el Gobierno con las condiciones de Woody o con las suyas. El problema aquí puede que sean los líderes: no hay un amigo en Sánchez, pero tampoco en Iglesias.

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