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Las propinas ya no salen gratis

El bote de las propinas, una imagen habitual en los locales de hostelería

Benidorm, dos de la tarde. Media docena de sonrosados turistas británicos se acomoda en la terraza de un chiringuito. Tres paellas de marisco y seis jarras de sangría. Suculenta comanda. El camarero que les atiende, un muchacho licenciado en periodismo que no encuentra trabajo de lo suyo, se frota las manos. “Estos seguro que dejan pasta”, piensa. De postre, más sangría. Pasadas las cuatro, los guiris pagan la factura y se marchan. Contentos…y mucho más sonrosados. El joven recoge de la mesa 9,80 eurazos. Sin embargo, hay algo que desconoce: no cumplirá con sus obligaciones fiscales si no los declara.

La Dirección General de Tributos ha determinado, mediante una consulta vinculante, que las propinas recibidas por los trabajadores en el sector de la hostelería deben incluirse como ingresos en la declaración del IRPF. Dice el Ministerio de Hacienda que estas cantidades “constituyen rendimientos del trabajo para sus perceptores”. En este punto, aflora cierta incoherencia en la norma, ya que se entiende como rendimiento del trabajo la retribución que el empresario abona a su empleado por la prestación de un servicio en función de lo estipulado en el contrato laboral suscrito entre ambas partes. Nada tiene que ver con la gratificación entregada por un cliente agradecido.

Tras digerir la medida, si uno se ha recuperado del shock y ha conseguido recobrar la capacidad de análisis, puede plantearse una serie de interrogantes. ¿Cómo justifica el perceptor el importe de estos ingresos? ¿Con qué mecanismos cuenta la Agencia Tributaria para controlar que se incluyan las propinas en la base imponible del impuesto? ¿De qué forma se comprueba que lo declarado se ajusta a la realidad? Queda demostrado, una vez más, que el sentido común es el menos común de los sentidos.

Disposiciones como esta, basadas en un afán recaudatorio que roza el absurdo, confirman lo duro que es ser contribuyente en España, y la escasa empatía que los gobernantes muestran hacia la ciudadanía. ¿Qué será lo próximo? Los adolescentes ya tiemblan, no es descartable que en un futuro no muy lejano tengan la obligación de rellenar un formulario para recibir la paga de sus progenitores.  

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