Es absolutamente innegable el crecimiento exponencial que se encuentra experimentando el Real Betis como entidad. En menos de cinco años, se han logrado ciertas mejoras en infraestructuras, economía, adeministración… pero, sobre todo, en el terreno deportivo, el cual ha incrementado su valor en una cantidad inconmensurable en comparación con las plantillas que ciertos «directores deportivos» confeccionaban para luchar por mantener la categoría. Se ha pasado, por ejempificar, de un mediocentro desconocido en Chile a uno que ha sido campeón de Europa con su combinado nacional, ahí es poco.
No obstante, el movimiento se demuestra andando, y Lorenzo Serra Ferrer, junto con Quique Setién, han conseguido que el Betis no ceje y consiga mejorar día tras día, con fichajes de relumbrón que apuntalan sobremanera una plantilla digna de un campeón. Pero no siempre pueden ser flamantes los jugadores que porten la verdiblanca, siendo el claro ejemplo de Darko Brasanac la mejor muestra de sintpnía y tesón que uno pueda conocer en la actualidad. Y es que el serbio no ha destacado en sumo grado en la disciplina bética desde que recalase en la ciudad hispalense, de la mano de Miguel Torrecilla, allá por 2016. No destacó nunca por su calidad ni su excéntrica técnica con el balón, algo que, con la llegada de Setién durante el pasado verano, propició la salida del mediocentro a Leganés en calidad de cedido, donde disputó sendos minutos, ganándose a la afición pepinera a base de esfuerzo y duro trabajo.
Hoy es uno más en la familia verdiblanca, aunque le pese a cierto sector de la misma parroquia, porque Setién así lo ha hecho ver durante los 12 partidos de pretemporada que se han llevado a cabo para poner a punto al esquema heliopolitano. El serbio ha trabajado como el que más, y, en el verde, ha demostrado que sus puntos flacos los engrosa sensiblemente con la profesionalidad que le caracteriza. Un hombre como él, que no levanta la voz nunca en el vestuario, siendo uno de los más risueños y haciendo grupo desde el primer momento, es un imprescindible como persona en cualquier conjunto, al igual que como futbolista comodín, y lleva meses dando muestras de su esfuerzo y pundonor a la hora de realizar su trabajo.
Sin embargo, son varias las semanas durante las cuales ha tenido que sufrir decenas de improperios lanzados por los seguidores de su propio club, todo con tal de denostarle como futbolista y, en algunos casos, hasta como persona. Siempre habrá casos de futbolistas que, aun siendo insuficiente su nivel, no trabajen para dar el doble requerido y copar así las expectativas, pero, en el caso de Darko, son cientos los equivocados que están minando la moral de un chaval de 26 años que es el más profesional que recuerdo haber visitado el Villamarín. Ni un solo problema durante estos dos años, ni en Sevilla ni en Butarque, ha causado el mediocentro, que, sin duda alguna, merece el reconocimiento de todos los aficionados, siendo más que evidente que está muriendo por defender las Trece Barras como si fueran sangre de su sangre; un serbio con corazón verdiblanco que siempre quedará en mi memoria por portar con tan alta estima la bandera de la profesionalidad. Como se dice hoy en día en clave aficionada, Brasanac es uno di noi.