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Ven a cenar conmigo… o no

Luis Larrodera: la sal de Ven a cenar conmigo.

Sin tapujos: enamorada de Luis Larrodera. Qué sería la noche de Cuatro sin esas salidas de despiporre, sin esos chascarrillos sobre los 5 concursantes de un programa que nos ha enganchado a Marxito y a mí. Quitas a Luis Carlos y el sonar de los timbres de entrada, y te quedas en nada. Porque, vamos a ver, si te presentas para ganar un concurso de cocina, cómo tienes el morro de decirle a cada uno de los anfitriones: “esto no me gusta; yo, carnes no como; pescado, tampoco, incluidas las huevas de caviar”. Que lleves la dieta saludable de una entrenadora personal: fenomenal; que se la impongas a tus colegas de programa… mujer, que dos pechugas a la plancha y casi crudas, no parece un plato elaborado… o sí.

Otra, Periquita de Madrid. A saber cómo acaba esta semana. Nada, no le gusta nada, todo “es un zurullo salpicado de caca de pájaro”. Perdona que te pregunte: y tú, ¿qué comes? Es cierto que das una pista: “filetes en salsa de mi madre”. Ardo en deseos de verte a los fogones, seguro que nos dejas boquiabiertos con unas albóndigas de lata, con papas congeladas, o una pizza del lineal del super. Sí, el ‘Ven a cenar conmigo’ español se caracteriza por nuestro rasgo común: tiramos a degüello al cuello, por un quítame allá estas pajas.

Las dos caras, delante y detrás de la gastrónoma de la noche, son un aullido a la humanidad, la profunda hipocresía que nos inunda, el sinsentido de querer ganar con la siembra de descrédito antes que con una buena cena; y las puntuaciones, de toma pan y moja. Hay peña que no se corta un pelo y le da “un 1”, después de degustar 3 platos y bailar en la casa del suspendido. Hombre!, ¿un 1?, ¿hasta el pan estaba malo?

Lo mejor, una cita cada noche, de lunes a viernes, en Cuatro, con 5 que parecen 10, para desconectar del día, sonreír y, a veces, hacerte unas carcajadas, gracias al salero de mi Larrodera.

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