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Red mortal: a la búsqueda de víctimas de asesinato, secuestros, violaciones, estafas y robos

Momento de la detención de Angelin Candy, venezolana de 34 años.

Cuando hace casi 50 años, los investigadores Vinton Cerf, Robert Kahn, Larry Roberts, Sir Tim Berners-Lee, pusieron en marcha este invento llamado Internet, posiblemente no sopesaron las infinitas posibilidades que iban a desarrollarse a través de este “conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas”, con alcance universal, que con el tiempo se ha hecho accesible a todos. Hoy, la red de redes, la telaraña internacional, está colonizada por mafias y bandas, especializadas en buscar víctimas, para llevar a cabo sus estafas, robos, secuestro, violaciones, trata de humanos, falsificaciones…: cualquier trama que urdan los delincuentes halla un hueco en este sistema.

El delito más sangriento

Quizás, en los últimos meses, el delito más desgarrador sea el asesinato de un empresario vasco (Getxo, Bizkaia), de 54 años, quien concertó una cita, para pasar parte del primer fin de semana de septiembre, en Zaragoza, en compañía de una joven que ofrecía sus servicios en la web Badoo. Él, José Antonio Delgado Fresnedo, así se lo comentó a algún familiar, con la sana intención de volver el lunes, 9, a su trabajo. Nada le hacía sospechar a este informático, buen conocedor de Internet, que había caído en una trampa mortal, poco después de encontrarse, al parecer, con Angelin Candy, una venezolana de 34 años, a la sazón, la anunciante. Las pesquisas apuntan a que ella le condujo hasta la comarca de la Ribera Alta del Ebro, al municipio de Pedrola. Se estima que al llegar a la entrada de una nave del polígono del lugar, y cuando José Antonio salía de su coche, un Mercedes, varios individuos le redujeron a golpes y le arrastraron hasta el interior de la nave.

Las 48 primeras horas

Allí continuaron intimidando y agrediendo a la víctima, con el fin de que les facilitara las claves de sus tarjetas de débito y crédito, para culminar su objetivo: robarle. Ya malherido, el secuestrado durante horas, debió de darles lo que querían, porque los vídeos recabados por los investigadores, sitúan a una persona encapuchada que oculta su rostro, en varios cajeros automáticos de distintas localidades zaragozanas, cuando sacaba dinero de las cuentas de la víctima. En las diligencias se recoge que, casi en simultáneo, pusieron a la venta el vehículo de José Antonio, en la web de Mil anuncios, y encontraron un comprador. En estas 48 horas (sábado, 7 y domingo, 8) la actividad de los actuantes fue trepidante: secuestro, agresiones, robo y venta de coche.

La pulsera telemática

El lunes, 9, la familia de la víctima sospecha que algo le ha ocurrido, ya que no ha regresado de su viaje ni está en su trabajo. Varias llamadas fallidas a su móvil, activan la preocupación y denuncian la desaparición de José Antonio ante la Ertzaintza; al empresario le sitúan, ese fin de semana, en la capital de Aragón. Las primeras indagaciones llevan a  la colaboración de los policías vascos con guardias civiles de la UCO, que inician de inmediato las averiguaciones. Dan con las cintas de los bancos donde han sacado dinero del secuestrado y con quien ha comprado el Mercedes, en esa segunda semana de septiembre. El círculo se cierra sobre M.A.D., marroquí de 35 años, un delincuente reincidente, que lleva la pulsera telemática por acusación de violencia machista; pulsera que ha servido para conocer sus movimientos en los días de autos, localizarle y detenerle. Entre esos movimientos, una permanencia de varias horas en un descampado a varios kilómetros de la nave, donde las evidencias indican que ocurrió la brutal agresión, en la que la víctima sufrió la fractura de 9 costillas.

Dinero, solo dinero

Este trágico episodio de la sin razón, se cierra el 27 de septiembre pasado, cuando los investigadores dieron con el cuerpo sin vida de José Antonio, semienterrado y abandonado. Todo, todo, solo por dinero. Según informó la Guardia Civil, el acusado es sospechoso de, al menos, dos secuestros similares, cometidos en la misma zona, pero con mejor desenlace. Las víctimas han sobrevivido y han denunciado los hechos. Se sabe que los dos apresados cuentan con la ayuda de más implicados en sus delitos, aunque de momento no hay constancia de más detenciones en este caso.

Engañada y violada

La red se ha convertido en un espacio donde todo cabe. Semanas antes de conocerse este esperpéntico suceso, se dio a conocer otro; el de una joven que respondió a una oferta de trabajo publicitada on line, y acudió a la cita del supuesto jefe. Una vez llevada a un lugar despoblado, el individuo, presuntamente, la violó. Ese era su propósito; un objetivo que, a tal vez, ya había alcanzado en otras ocasiones, posiblemente, no denunciadas. Porque el delincuente repite sus acciones hasta que le atrapan; el éxito en la reiteración del delito le produce una enorme satisfacción, como les ocurre a los pedófilos y pederastas que ya son una plaga en la tela de araña. Por mencionar un par de casos recientes: el del sujeto que simulaba ser agente secreto, para engañar, intimidar y mancillar a las menores; o el de la banda dedicada a la pornografía infantil, dentro y fuera de nuestras fronteras. Conocidos son los casos de hombres que seducen a mujeres vulnerables, a las que despluman con engaños de amor, con cifras de dinero escandalosas.

La dudosa compra venta

Si los móviles que mueven a los delincuentes son el dinero y el sexo, el primero de ellos causa estragos en Internet. La compra venta online en plataformas multianunciadas y bien posicionadas, está sembrada de dudas. Efectos electrónicos de afamadas marcas a precios económicos, alquileres de inmuebles inexistentes, coches y barcos robados, medicamentos regulados por receta médica que en la red se adquieren libremente, armas, productos químicos, taxidermia, piezas de arte y cuadros… Cualquier efecto susceptible de encontrar un comprador, circula por la red, a la espera de encontrar una víctima que se trague el timo y tenga pocas posibilidades de denunciarlo. Pero si los adultos caen en manos de estas bandas o de solitarios estafadores, el verdadero peligro está en los menores, en sus teléfonos móviles y en su falta de experiencia, un factor decisivo para los depredadores que navegan por Internet.

Continuará…

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