Tras el fracaso que supuso la WRC Trophy, destinada a darle salida los World Rally Cars de la generación previa y que apenas tuvo participantes, era cuestión de tiempo que estos quedasen relegados a campeonatos nacionales y que progresivamente algunas unidades de los nuevos coches, pasasen a manos privadas. Así ha sido, y Citroën se ha unido a esta nueva etapa, motivada probablemente por el recorte del 20% en el presupuesto, que entre otras cosas, ha impedido el fichaje de Sébastien Ogier.
El vehículo será gestionado por el preparador francés PH Sport, fundada por Sébastien Loeb y que siempre ha mantenido una estrecha relación con Citroën, ya que fueron los encargados de los DS3 WRC oficiales de Meeke, Breen y Lefevre durante 2016, mientras el equipo francés se retiró del WRC, pues estaba preparando el entonces nuevo C3 WRC.
Sin embargo, a diferencia de los anteriores coches, no cualquiera podrá conducirlo, debido a las restricciones de la propia FIA en torno a qué clase de pilotos podrán conducir estas bestias de 400cv. Sólo pilotos muy experimentados tendrán acceso a tal privilegio, cerrando la puerta así a gentleman drivers o pilotos no tan expertos que no sean capaces de dominarlos.
Si bien la FIA no puede controlar quién se pone a sus mandos en campeonatos nacionales, la propia PH Sport se ha comprometido a controlar quién puede o no conducir estos vehículos. “No es un simple vehículo viejo y es lógico que el Citroen C3 WRC en venta esté reservado a conductores con la suficiente experiencia como para sacar lo mejor del mismo”, afirmó Bernard Piallat, director del equipo.
Aún no se ha determinado quién y cuando pilotará este coche, pero ya hemos podido ver nuevos World Rally Cars en certámenes nacionales: Jan Dohnal usó un Ford Fiesta WRC para vencer en el Prazsky Rallysprint de la República Checa la pasada semana. Mientras que el campeón del ERC, Kajto Kajetanowicz will drive another pilotará otro Fiesta WRC en el Barborka Rally de Varsovia el próximo fin de semana.