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El triunfo del cholismo

El cholismo, ganar por encima de todo

Hay equipos que se han convertido en leyenda sin haber alcanzado el cetro mundial. Cruyff, Neeskens, Krol, Haan, Rensenbrink, Van Hanegem,… eran integrantes de la Holanda del 74. Aquella ‘naranja mecánica’ supuso para el fútbol lo que los Beatles para la música. El Brasil del 82 ni siquiera llegó a semifinales, pero es sencillo recitar de memoria su inolvidable ‘cuadrado mágico’: Falcao, Sócrates, Toninho Cerezo y Zico. Otras escuadras, sin embargo, se han llevado el título sin pena ni gloria. La Francia dirigida por Didier Deschamps y, todo hay que decirlo, apoyada en la complicidad del VAR durante todo el torneo, es un claro ejemplo de campeón que no pasará a la historia.

La joven y vigorosa selección gala practica un fútbol de contención que aburre a las ovejas. A imagen y semejanza de lo que su sobrevalorado técnico era como jugador. Defensa sólida, centro del campo basado exclusivamente en el músculo, y dos estiletes rápidos y talentosos arriba. La comparación con el equipo brasileño que venció en 1994 es obligada. Dejando a un lado a sus dos fantásticos delanteros, Bebeto y Romario, ¿alguien recuerda quiénes formaban el resto del once?

[Sumario]

El cholismo es una corriente que está de rabiosa actualidad y que, curiosamente, ya existía antes de que el Cholo se hiciese entrenador. Ha tenido muchos nombres: catenaccio, bilardismo, mourinhismo,… El mismo perro con distinto collar. Proclama Simeone que hay muchas formas de jugar al fútbol. Se equivoca. Lo que sí hay son muchas maneras de ganar un partido. Y la que defiende el entrenador argentino es la menos vistosa: correr el mínimo riesgo como vehículo para llegar hasta el éxito.

El mundial de Rusia ha confirmado la igualdad existente entre los participantes. Una equidad que parte de la obsesión de los directores técnicos por mantener su portería a cero, es decir, intentar conseguir los objetivos practicando un fútbol ramplón. Tan solo Croacia y Bélgica, que en principio no figuraban entre los favoritos, han ofrecido una propuesta atractiva para los aficionados. Muy poco bagaje para un ¿espectáculo? que se celebra cada cuatro años.

En 2010 y 2014 se llevaron el título España y Alemania, respectivamente. Con todo merecimiento. En 2018 se han dado varios pasos hacia atrás. El estilo plomizo y conformista está de moda. La religión cholista cada vez cuenta con más adeptos. En una representación teatral, en una ópera, en un concierto de rock, se exige calidad. En el fútbol, desgraciadamente, la gente tan solo quiere que gane su equipo. No importa cómo.

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