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Starship Troopers no merece un remake

Starship Troopers (Invasión), 1997 / Sony Pictures

Paul Verhoeven (18 de julio de 1938), director de cine holandés,  realizó en 1997 una sátira del fascismo estadounidense en la película Starship Troopers (Invasión). El director, que tiene una brillantez y una lucidez que se convierte inevitablemente en cinismo, presentó una película cuyo personaje principal es el soldado Johnny Rico, quien es acompañado por sus muy alegres compañeros soldados, en una guerra a muerte contra unos "sucios insectos espaciales”.

 

Un remake para Starship Troopers ¿hace falta?

 

En la última década, se ha rumorado que Hollywood planea hacer un remake de esta película. Algunos nombres de posibles directores se han barajado, pero siempre se ha quedado en el camino… cosa que se agradece. Es que hay películas que no merecen ser rehechas. Sin embargo, recientemente, el nombre de Joseph Kosinski saltó a los titulares porque, precisamente, Hollywood insiste en sacar adelante ese proyecto cosa que, de verdad, nos parece una muy mala idea.

En el currículum de Kosinsky podemos encontrar Tron: El Legado y Oblivion. Tron fue convertida en una Matrix con muchos vacíos en la trama, imagino que con intenciones de ser explicadas en futuras películas (que nunca llegaron), y Oblivion, que tuvo muchas inconsistencias argumentales. Por esa misma razón, verlo tras cámara en una película de Verhoeven, no parece lo más indicado.

 

Verhoven satiriza al militarismo de derecha

 

Por mucho tiempo, Starship Troopers fue destrozada por la crítica. Fue clasificada como una película espacial simple y hueca. Nada más lejos de la realidad. La película de Verhoeven es una fuerte sátira al militarismo de derecha que se puede encontrar en la fuerte original: la novela de 1959 de Robert A. Heinlein. El film también incluyó secuencias de propaganda, muy al estilo de Leni Riefensthal, la directora alemana que hizo la mayoría de la propaganda nazi. En una entrevista a The Guardian, el director confesó que en una secuencia, grabó al actor Neil Patrick Harris con un traje de la SS y nadie se dio cuenta. Es que Verhoeven siempre se sale de los convencionalismos para sacudir a las masas.

Sony intentó reiniciar la serie a mitad de la década pasada, tratando que la nueva película se diferenciara de la del director holandés; esto es, enfocándola desde el mismo tono de la novela. Pero lo que hace encantadora a la película es esa burla aguda del militarismo de derecha: el enemigo siempre es inhumano y su destrucción no tiene ninguna consecuencia moral, que lo que realmente importa es la interminable, implacable y aplastante victoria. Es que, por increíble que parezca, la película esconde un mensaje antibelicista: en un mundo homogeneizado, en el que un ejército joven y bien parecido, muy al estilo de las juventudes hitlerianas, la carne de cañón siempre será carne de cañón.

Así que mejor dejemos las cosas como están. Como mencioné más arriba, volver a hacer una película y adaptarla a los nuevos tiempos, debería considerarse un sacrilegio.

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