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La marihuana química invade Internet: 2 jefecillos de su venta han sido detenidos en Barcelona

La famosa Spice, del dos por uno, para todos.

La voz de alarma surge en 2014, cuando se producen los primeros episodios de brotes violentos, protagonizados por personas con pérdida absoluta de la voluntad y signos de violencia social. Un año más tarde, en Nueva York, ya es voz populi los estragos de la marihuana sintética, una droga fabricada en laboratorio, a base de productos químicos difícilmente identificados, a los que añaden aditivos al gusto y recubren con papel, en forma de cigarrillo; en la calle: 2 piezas por 1 dólar (1 euro).

Hoy, las históricas vía marginales, caladero de los narcos, son parte del pasado; meterse un canuto de la plantita, es casi una entelequia; hoy, se fabrica y se distribuye por Internet, al gusto del consumidor. En la marihuana sintética privan 2 marcas: Spice y k 2, muy capaces de volver loco a quien prende el peta, e inhala ese contenido tan impreciso como mortal. En 2016, hace solo 3 años, en Los Ángeles (EEUU), se desató el caos que activó todas las alarmas: “¿qué consumen nuestros hijos?”.

Hace unos días, policías nacionales han desmantelado un laboratorio donde se fabrica esta sustancia, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), al hilo de una investigación iniciada hace meses en Toledo. En la redada han caído 7 sospechosos de estar implicados en el negocio, entre los que dicen están los 2 cabecilla, arrestados en Barcelona. En el registro de San Sebastián de los Reyes, intervinieron cientos de muestras preparadas para su distribución, un kilo de marihuana, más de medio kilo en aceite, crema y cristalizado y otro medio kilo en aceite de hachís, y detuvieron a 3 personas encargadas del proceso de elaboración.

Del, “prueba y no te arrepentirás”, inicial; al “2 por 1, on line”, la marihuana química, artificial, corre como el agua en época de lluvia. Más allá de nuestras fronteras, se lucha contra esta casi nueva plaga (un lustro) que, a buen seguro, ya tiene varios sucedáneos con qué atolondrar a sus receptores. La fórmula madre, corre de país en país; pasa de mano en mano de secuaces, dispuestos a ver morir a sus clientes (daños colaterales), antes de presentir que el negocio se quiebra y, luego, cada uno le suma aditivos.

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