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Una abogada aparece asesinada en el domicilio de su pareja quien se ha quitado la vida

Rebeca Santamalia Cáncer y su defendido, en el juicio de 2005.

Parece que el marido de la víctima se presentó en la Comisaría de Zaragoza, sobre las 13:30h de ayer, jueves, donde denunció que su mujer había desaparecido y nada sabía de ella.

Tras cursar denuncia, los agentes abren investigación y activan el protocolo de búsqueda de desaparecida. Se trata de Rebeca Santamalia Cáncer, abogada de 47 años. Los investigadores se dirigen al domicilio del barrio de San José y acceden a la vivienda, propiedad de Javier Salvador.

El cadáver de Rebeca aparece con evidentes signos de violencia; parece que la han asesinado hace varias horas. Mientras los policías comienzan con la toma de pruebas, el levantamiento del cuerpo y su traslado al anatómico forense; en paralelo se busca a Javier Salvador, del que averiguan que tiene otra propiedad en Teruel. Y en Teruel le encuentran, antes de la medianoche, muerto; se ha quitado la vida.

Esta terrible historia comienza el 22 de mayo de 2003, cuando Salvador Calvo se entrega a la policía, tras asesinar, de varios disparos, a su mujer y madre de 3 hijos, Patricia Maurel, de 29 años, en Puebla de Híjar (Teruel), que en aquel momento era candidata a la alcaldía del PP en ese municipio. La víctima cayó abatida en un paraje, a 1 kilómetro del pueblo, con 10 disparos de escopeta.

Rebeca Santamalia Cáncer, tenía el despacho de abogados en la avenida Tenor Fleta, 48, de Zaragoza, cuando toma el relevo de su homólogo, José Antonio Ruiz, y asume la defensa de José Javier Salvador Calvo, entonces de 35 años. En abril de 2005, sentado en el banquillo, el fiscal pide 20 años de prisión al asesino confeso y la acusación particular, 25; su defensora, Rebeca, solicita a la sala 5 años de cárcel, por un delito de homicidio. La sentencia condenó a su patrocinado a 18 años de prisión. José Javier Salvador Calvo, salió de la cárcel en 2017.

Cuando Salvador Calvo declaró en el juicio con jurado, alegó como motivo del asesinato de su esposa, los celos. Decía, desde meses antes, a todo aquel que le quisiera escuchar, familiares de ella incluidos, que mantenía distintas relaciones extramatrimoniales, y que de no dejarlas, solicitaría el divorcio. Hasta donde llegaron las investigaciones, Patricia Maurel, no tenía relación sentimental con nadie.

La fiscalía y la defensa particular demostraron que Patricia era una madre ejemplar, entregada desde el primer momento a su matrimonio y en manos de un obsesivo de los celos. Demostraron que los mensajes amenazantes que Salvador dijo recibir de amantes de su mujer, se los enviaba él mismo, en lo que se descubrió una trama preparada para acabar con su esposa y madre de sus hijos; para justificar que tras consumir todos los cartuchos de su escopeta, volvió a recargarla hasta detonar 10 impactos sobre la víctima, que murió, prácticamente, al instante.

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