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La cotidianidad de la post-verdad

Entrevista a madre del pequeño Gabriel.

Pienso en Fabienne Verdier cuando me encuentro desolado frente al televisor, mirando el noticiero: una enorme pincelada roja, hecha por un innecesario pincel de medio cuerpo de tamaño, sujeto por una grúa que a duras penas la artista puede manejar con el movimiento ridículo de sus brazos. Un modelo irrisorio del espectáculo.

El periodismo de ahora es un cuadro de Fabienne Verdier; no ofrece nada al público, mas que el impacto y el miedo de lo desconocido, para sugerir un interés, una empatía basada en argumentos falsos, discusiones en un plató de televisión donde la información es relegada a un segundo plano, y son las reacciones, las imágenes, el odio infundado lo que mantiene al televidente en alerta.

[Sumario]

La excusa del apoyo moral siempre será la pincelada, la evidencia de cinismo que enmascara el aliento, la ayuda de los medios para poder solucionar problemas que el gobierno no puede acaparar. Como si a las entidades les hiciera falta escuchar hipótesis, lágrimas de cocodrilo, o algún desatinado comentario que pueda complementar la investigación.

Todos sabemos, por distintos medios, el lamentable desenlace del pequeño Gabriel. Como también sabemos todo sobre la vida de su asesina; su intrigado pasado, sus desamores, cómo era su vida a diez mil kilómetros de Almería, en su remota República Dominicana. ¿Cómo se guarda luto, estando interesados en los pormenores de la tragedia? El apoyo moral muere con tantas contradicciones. Y es ahí cuando el pincel recorre los más escabrosos sentimientos de la condición humana, nos materializa, nos adentra en un hecho que parece tan distante a nosotros, que cerramos aparatosamente cualquier fuente de información al vernos reflejados en la morbosidad.

Resulta tan cotidiano, que lo digerimos con café y tostadas por las mañanas. Todas las protestas, los grupos antisistema, y gran parte de la problemática actual de España, es manejada por la grúa del periodismo como un circo romano, programadas a raudales en noticieros matutinos.

La vanagloriada Fabienne Verdier lo entendió muy bien, como gran parte de galeristas actuales. Existe una pequeña brecha entre la expresión artística y la noticia; ambas confunden sus roles, se entremezclan como pueden. Al final la desinformación instantánea es lo que creemos saber, la post-verdad lo que divulgamos, y el enorme desperdicio de pintura roja que se derrama sobre nuestros pies, el rastro que dejamos a diario mientras caminamos.

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