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“Se cortó las venas dos veces”: El infierno de Gracita Morales

Gracita Morales, en el programa 'La tarde' en 1985. / RTVE.es

En abril de 2020 se cumplirán 25 años de la muerte de Gracita Morales, una de las actrices más carismáticas que ha dado el cine español. Siempre se ha especulado con que la protagonista de "Sor Citroën" pasó sus últimos días sola y arruinada. Ahora, su sobrina, la también intérprete Ana Carvajal -conocida por su papel de doña Eulalia en 'Cuéntame'– ha querido desmentir esos rumores.

"Se cortó las venas en dos ocasiones"

En una entrevista concedida a LOC, el suplemento rosa del diario El Mundo, Carvajal aclara que su tía "no estaba ni arruinada ni sola". Sin embargo, reconoce que hubo personas que se aprovecharon de "los problemas psiquiátricos" que padecía Gracita, fallecida los 66 años de edad debido a una infección respiratoria.

Según su sobrina, el exceso de trabajo llevó a la artista madrileña a sufrir dificultades en su salud mental. "Hacía siete u ocho películas al año. Tomaba pastillas para dormir y para levantarse", afirma. Al parecer, el estrés, la angustia, la ansiedad y la depresión afectaron tanto a la actriz de inconfundible voz atiplada que llegó a "cortarse las venas en dos ocasiones", relata Ana.   

"Unas monjas se quedaron la herencia de mi tía"

Otra de las grandes incógnitas desde que Gracita Morales desapareció es el destino de su herencia. Carvajal también aclara este extremo. "Estando muy enferma, unas monjitas iban a cuidarla cuando no podíamos ni la criada ni yo", cuenta la sobrina, que tras morir la artista fue al notario "porque era su heredera, la única Morales que vivía". Allí se enteró de que su tía había dejado a las monjas "su piso de la calle General Pardiñas" y sus derechos de imagen, que pueden reportar al año "hasta 200 euros".

Pese a haber echo reír a generaciones de españoles, la vida de Gracita Morales fue un infierno desde su infancia. Su madre, mujer rica y dueña del Teatro Calderón de Madrid, se vio en la calle junto a sus cuatro hijos cuando su marido se jugó todo su dinero a las cartas. Gracita y sus hermanos, que se habían criado en el mismo edificio del teatro, no vieron mejor salida que el mundo del espectáculo.

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