Que la Casa Real española está en horas bajas no es ninguna novedad. Después del bochornoso episodio de la Misa de Pascua en Palma de Mallorca, a cuya salida Letizia Ortíz impidió que la reina emérita, Doña Sofía, se sacara una foto con sus nietas, la popularidad de Letizia no ha hecho sino descender fulminantemente.
Este desafortunado suceso ha captado la atención de la prensa internacional, la cual no ha cesado de hacerse eco y dando ya por zanjado el matrimonio de los reyes de España.
Hace unas semanas fueron noticia los mensajes de whatsapp interceptados en el móvil de la reina en los que criticaba al rey emérito y a su propio marido, el rey Felipe VI. Sin embargo, ha sido un diario portugués el que ha hecho renacer los rumores de divorcio asegurando que este estaría pactado para el momento en el que la princesa Leonor fuera mayor de edad.
No son pocos los motivos que sustentan estos rumores y es que las muestras de cariño de la pareja en sus apariciones públicas no son en absoluto similares a las del comienzo de su relación. Los actos públicos de la reina este verano han sido nulos, siendo la reina emérita la encargada, por orden del rey Felipe VI, de reemplazarla.
La obstinación de Letizia por anular cualquier intento de acercamiento de la reina emérita hacia sus nietas, su salvaguarda de los amigos de toda la vida con los que asiste a conciertos o se va de vacaciones en contra de la voluntad de su marido, su conocido espíritu republicano, los constantes desplantes en actos oficiales en los que discuten abiertamente y la reciente amenaza de su primo, David Rocasolano, de publicar un nuevo libro con los detalles más escabrosos de Letizia Ortíz parecen ir tomando fuerza en detrimento de su estabilidad matrimonial.
Sea como fuere, el tiempo revelará qué sucede y en qué medida estos rumores son verídicos. Algunos dirán que desde el inicio fue la crónica de una muerte anunciada, y es que ¿es posible modernizar una institución anacrónica?