A Nikolas Cruz se le atribuyen 17 delitos de asesinato premeditado, según la magistrada Kim Theresa Mollica de la prisión en la que se encuentra el asaltante del instituto Marjory Stoneman Douglas de Parkland, en Florida. Hace unos años fue expulsado por “motivos disciplinarios”, y tenía sed de venganza.
Los propios trabajadores del centro llegaron a pensar que el chaval, de 19 años, podía cometer un acto así. Sin embargo, no pensaron que pudiera alcanzar tales dimensiones. Desde el año pasado no podía “entrar en el campus con la mochila”.
“Voy a ser tirador profesional de colegio”, advertía el FBI ante la amenaza de un tal Nikolas Cruz. El joven transmitía este mensaje en un vídeo el pasado 24 de septiembre. Un bloguero, Ben Bennight, enviaba una captura de pantalla al FBI con el mensaje. A los pocos días, los agentes ya estaban en la pista del chico. “El mensaje no incluía información que indicase el momento, el lugar o la verdadera identidad de la persona”, advertía el agente Robert Lasky.
Cruz nunca fue un chico fácil. Sus compañeros de clase dicen que era “problemático” y “raro”, que hacía bullying a los alumnos y que le gustaba matar animales disparando tiros.
Era huérfano por partida doble: sus padres biológicos y adoptivos murieron, y actualmente se encontraba en una familia de acogida. En el momento de múltiple asesinato sele había diagnosticado depresión. La familia de acogida, sin embargo, no detectó principio alguno de esta enfermedad, y no se extrañaron cuando no fue al colegio de mayores donde estudiaba al ser San Valetín, ya que “no voy a clase el día de San Valentín”, dijo al salir de casa.