La Policía Judiciaria (PJ) portuguesa detuvo a una mujer, llamada Cátia Outeiro, al haber contratado a un joven para que matase a tiros a su marido, José Carlos Outeiro, el 17 de enero de 2017. El objetivo de la mujer era cobrar la pensión de viudedad de su marido, valroada en 50 euros.
Desde el principio, todos los focos apuntaban a la viuda como la cabecilla de la trama, ya que la relación no era precisamente buena en el matrimonio, que estaba al borde del divorcio. Es más, fue enterrar al marido y, esa misma noche, fue vista cenando y saliendo de fiesta con su amante. Por ello, la Policía decidió seguir sus pasos. Con el paso de los meses, se fue descubriendo que el asesinato de su marido, que trabajaba por la mañana en una fábrica de vidrios, y por la noche como portero de un club de alterne en Verín (Galicia), se había ideado poco después de que la mujer conociese a Ricardo, un joven de 25 años en desempleo. Outeiro le convenció para que cometiese el crimen, llevado a cabo en la mañana del 17 de enero. Con una escopeta de caza le alcanzó el pescuezo, acabando inmediatamente con la vida del hombre. Aunque ambos negaron su culpabilidad, el rumbo de la investigación cambió cuando la novia del sicario confesó que había visto cómo su pareja acababa con la vida de Outeiro. Ella, que pretendía comprobar la infidelidad de Ricardo, se cometió en testigo de un asesinato sin quererlo.
En la casa familiar encontraron el arma homicida, aparte de mensajes intercambiados entre los dos protagonistas. Ambos permanecen detenidos en la cárcel de Santa Cruz do Bispo (Matosinhos) y Chaves, esperando a que se celebre el juicio.
El matrimonio tenía en común un hijo menor, que está bajo la tutela de la familia del fallecido.