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Don Juan Carlos piensa que seguiría siendo rey si no se hubiera caído en Botsuana

El rey Juan Carlos en Botsuana, antes de su fractura de cadera | TWITTER

Don Juan Carlos de Borbón piensa que seguiría siendo Rey de España de no haberse producido el viaje a Botsuana en el que se fracturó la cadera cuando el país atravesaba un momento especialmente crítico: la crisis económica amenazaba con una intervención de Bruselas en la gestión económica. Desde ese fatídico 13 de abril de 2012, su imagen pública cayó en picado hasta junio de 2014, año en el que abdicó la Corona en favor de su hijo Felipe. 

Una década después, Don Juan Carlos ya no es que no esté en el trono, sino que su reputación está por los suelos, vive fuera de España y no percibe asignación alguna por parte de Casa Real, a quien ya no representa. Don Felipe ha marcado la máxima distancia con su antecesor y padre, renunciando a la herencia que le pudiera corresponder cuando el emérito fallezca y obligando a su padre a permanecer en Abu Dabi para aislar al máximo al futuro de los Borbones de sus escándalos económicos. 

A pesar de que el entorno de Don Juan Carlos le aconsejó que no se fuera de cacería al país africano en un momento tan delicado para todos los españoles, el monarca hizo las maletas con su amante, Corinna Larsen, y se trasladó al sur de África. Allí disfrutó de unos días de cacerías y grandes comidas. Fue la noche del 12 de abril cuando Don Juan Carlos participó en una cena con amigos en la que comió y, sobre todo, bebió mucho. Bien entrada la madrugada, el emérito se fue a su habitación pero, antes de llegar, se tropezó con un escalón debido a su estado de embriaguez y se golpeó con el suelo, fracturándose la cadera por tres zonas diferentes.

Hasta tres personas tuvieron que llevar en volandas al entonces rey a su habitación, quien no paraba de quejarse por el inmenso dolor que sentía. A la mañana siguiente, y aun no acordándose "de nada", el emérito seguía quejándose del dolor, que le anclaba a la cama. De urgencia le trasladaron a Madrid en el avión privado con el que había llegado a Botsuana debido a que el monarca tenía una hemorragia interna por la cual llegaron a temer por su vida. Ni el Gobierno de España ni Casa Real movieron un dedo para repatriarle, conscientes del escándalo que supondría la noticia. Durante el viaje, Don Juan Carlos no dejó de beber, pese a que iba a entrar en quirófano casi con toda seguridad. "Yo soy el rey de España y hago lo que me da la gana", espetó. 

Juan Carlos I permaneció ingresado cuatro días en el hospital. Tenía 74 años y su entorno, conscientes del cabreo político y social por ese escándalo, actuaron con celeridad. El jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno; y el responsable de prensa, Javier Ayuso, obligaron al monarca a que se dirigiera a los españoles con una frase de disculpa. "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir", lamentó el emérito saliendo de la habitación, apoyado en dos muletas y con el rictus muy serio. 

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Lo que no sabía el exjefe del Estado es que ese sería el principio del fin de su reinado. 10 años después, Don Juan Carlos ha sido el protagonista de varios escándalos judiciales en relación a sus cuentas financieras en el extranjero, no vive en España y tiene un proceso penal abierto en Londres por acoso, seguimiento ilegal y difamación por parte de su expareja Corinna. 

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