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La crisis de refugiados que viven los rohingya es mucho peor que la de Siria

En un campamento improvisado de Bangladesh, cientos de refugiados, con el barro por los tobillos, luchan por conseguir alguno de los artículos que un grupo de voluntarios tiran desde un camión. Cosas como una camiseta vieja, una pequeña bolsa de comida o unos pantalones son un tesoro para estas familias que se agolpan bajo la lluvia a la espera de ayuda.

Ya había más de 200 rohingya en campamentos improvisados como el de Balukhali, al sur de Bangladesh. Sin embargo, en el último mes han llegado al menos 500 personas más huyendo de la frontera en busca de refugio. Es peor que incluso el peor mes de la marea de refugiados procedentes de la guerra en Siria. La situación de desesperación es absoluta, mucho peor que lo que Naciones Unidas llama limpieza étnica.

Los rohingya llegan a un ritmo que es imposible de absorver. “Es un volumen que no podíamos imaginar”, dijo Kate White, administradora de emergencias médicas de Médicos Sin Fronteras en Bangladesh. “Este es un pequeño pedazo de tierra, y todo el mundo está condensado aquí. No podemos ampliar lo suficientemente rápido”.

Muchos campos son una colección de pilas de bambú con lonas más que un campo definido. Los niños vagan por el barro en busca de comida y ropa mientras la preocupación por enfermedades como el cólera o la tuberculosis no para de aumentar. Sin inodoros, los alrededores de selva se han convertido en un inmenso e improvisado retrete.

Historias llenas de terror

Un anciano de 73 años estaba sentado en el suelo. Su nombre: Anwar Begum. Se agarraba con expresión de dolor su brazo y apenas podía fijar la mirada. Contó que el ejército prendió fuego a su aldea en Myanmar y obligó a la gente a huir. Un soldado lo interceptó diciéndole: “No eres bienvenido en Myanmar”. Justo después le golpeó el codo con la culata de su rifle. Mientras su familia lo arrastraba, pudo escuchar al soldado que decía “llévatelo a Bangladesh”.

Se han arrasado hectáreas de bosque para construir pequeñas ciudades de chozas, hechas de lonas negras baratas cubiertas de barro. Cada puesto de tratamiento médico que se establece, rápidamente acoge a una línea serpenteante de personas que necesitan ayuda. Médicos Sin Fronteras están luchando para establecer más clínicas, pero difícilmente pueden mantener el ritmo.

Peligrosa travesía

Para los centenares de personas que siguen llegando, un trayecto en barco para cruzar el río hacia Bangladesh se ha convertido en un verdadero peligro. El pasado jueves, decenas de personas, muchos de ellos niños, murieron cuando el barco naufragó, arrastrando los cuerpos de vivos y muertos en la bahía de Bengala. “Las mujeres y los niños no sabían nadar”, decía Nuru Salam, de 22 años. Había intentado cruzar con toda su familia cuando el barco se estrelló en el mar. Su hijo había muerto y estaba esperando encontrar el cuerpo de su esposa. “Todavía hay muchos cuerpos por aparecer”.

Dificultades “oficiales”

Un ministro de Bangladesh ha dicho que el gobierno no tenía previsto otorgar el estatus de “refugiado” a los rohingya recién llegados, decisión que complica los esfuerzos por obtener más ayuda. El gobierno de Bangladesh ha dicho que espera que Myanmar vuelva a acoger finalmente a los rohingya. Por su parte, el Gobierno de Myanmar ha dicho que sólo repatriará a quienes tengan la documentación correcta para demostrar que son de Rakhine. Es poco probable que la mayoría de los rohingya que recientemente huyeron a Bangladesh llevasen consigo esos documentos, si es que los poseían.

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