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Escrachean a Iglesias y Montero en su domicilio de Galapagar

Pablo Iglesias e Irene Montero anunciando el plebiscito de la semana pasada.

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias; y la ministra de Igualdad, Irene Montero, tuvieron que afrontar el pasado fin de semana un nuevo escrache en su domicilio de Galapagar, en Madrid, por parte de un grupo de ultraderecha. 

Los agentes de la Guardia Civil que protegen la residencia de los dos miembros del Ejecutivo intentaron detener a los agresores, acto que no se produjo porque acabaron escapando. Los manifestantes emitieron consignas como "Iglesias, chúpamela" y arrojaron pelotas de tenis al interior de la vivienda. 

Frente a este grupo también se concentraron ciudadanos afines a Unidas Podemos para mostrarles su apoyo. 

Apoyo a la pareja

Muchas han sido las voces que han apoyado a los dos miembros del Consejo de Ministros. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compartió el siguiente mensaje en Twitter: "El acoso, las amenazas y los insultos no tienen cabida en nuestra sociedad. Frente al odio y la intolerancia siempre defenderemos el respeto, la democracia, la libertad. Mi cariño y solidaridad a Pablo Iglesias e Irene Montero".

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, también se sumó a la oleada de apoyo y dijo: "Rebajar la gravedad del acoso al vicepresidente Pablo Iglesias y a la ministra Irene Montero equivale a normalizar la intimidación y el fascismo. Ni son protestas legítimas ni son escraches. Ninguna democracia ampara el hostigamiento por motivos ideológicos".

El líder de Podemos condenó la semana pasada  las amenazas que tanto él como su pareja y sus hijos menores han recibido durante su estancia vacacional en el municipio asturiano de Felgueras del Valle de Lena. "No hay derecho a que mis hijos tengan sufrir las consecuencias del compromiso y las tareas políticas de sus padres, pero hay millares de niños en situaciones mucho más vulnerables. No va conmigo el victimismo", asegura en un tweet.

Algunos de los mensajes compartidos en redes sociales animaban a los vecinos a pasar a "saludar" al vicepresidente segundo, adjuntando la ubicación exacta en donde se encontraba la pareja junto a sus tres hijos. La residencia en la que descansaban los dos miembros de Unidas Podemos era de un familiar cercano de Santiago. Como ejemplos de este acoso, la pareja tuvo que ver cómo aparecían pintadas amenazantes, insultos y presencia de personas afines a la extrema derecha en los alrededores de la casa, manifestándose y gritando contra su presencia en el pueblo. Una actitud, la de estos vecinos, completamente reprochable. 

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