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Termina el jihad de Assia Ahmed, la viuda del terrorista ‘Kokito Castillejos’ entre rejas

Assia Ahmed, la esposa del Jihadista Mohamed Hamaduch escoltada por la Guardia Civil

Assia Ahmed Mohamed, española de Ceuta y viuda de dos jihadistas, el primero de ellos conocido como el ‘cortacabezas de Castillejos’, Mohamed Hamaduch (alias Kokito) ha pasado de ser una de las españolas, novias del jihad, a ser una simple presa por terrorismo en una cárcel española. Derrotados los terroristas, cuando no muertos, van dejando un reguero de desgracias humanas, empezando por sus viudas y sus huérfanos, niños de apenas dos o tres años, que ya están estigmatizados por la carrera criminal de sus padres, vulgares sicópatas revestidos de chilaba y kalasnikov, sin patria y sin religión .

Assia Ahmed, según me explicaba el propio terrorista fue quien solicitó como regalo de dote -se casó por poderes con Kokito Castillejos- un cinturón bomba que “tenía un valor de 100 dólares”, explicó Kokito Ella -decía Hamaduch- es una chica honesta y le he enviado dinero desde aquí (estaba en Siria) para que venga al Estado Islámico, para que venga a Sham”. Kokito, cuando se relacionaba con Assia ‘on line’ no ocultaba su actividad criminal, sus conductas más abyectas; la primera foto por la que fue conocido recogía una escena cruel, estaba en cuclillas sobre cinco cabezas cortadas, al tiempo que sonreía y levantaba el dedo índice de su mano derecha indicando el tawhid, la unicidad de Allah. Cuando le pregunté a Hamaduch sobre quiénes eran aquellos, se refirió a ellos como “soldados enemigos que le habían causado lesiones en un enfrentamiento”. Assia Ahmed Mohamed marchó a Siria después de haber tenido noticias de la muerte de su hermano, quien había hecho el ‘hijra’ para unirse a las filas del DAESH o de algún otro grupo terrorista al inicio del conflicto en aquellas tierras. Ella escribía en su muro de Facebook diferentes textos loando la figura de su hermano como un mártir del jihad. Kokito, que siempre mantuvo diferentes perfiles en esta red social con la que mantenía contacto con sus orígenes, con sus primos, con sus familiares y con su gente en Ceuta, la contactó para explicarle cómo había muerto su hermano, como había alcanzado el ‘martirio’ en una acción de ‘inghimasi’, en realidad le contó una ‘milonga’. Assia se enamoró de este Hamaduch a quien decidió unirse por poderes, en un acto tan sólo sancionado por un pseudotribunal del DAESH. El terrorista se las apañó para hacerle llegar dinero a Assia (según él mismo me contaba a través del servicio de mensajería de Facebook) y la chica, tras cruzar la frontera a Marruecos viajó hasta Turquía cruzando a Siria para, por fin, encontrarse con su esposo, uno de los asesinos más reconocidos de los jihadistas que con vinculaciones a España viajaron a combatir a favor del DAESH. Ambos convivieron en el campamento de Atarib y quedó embarazada durante sus primeros escarceos sexuales pues casi a los nueve meses justos nació su bebé, que es considerado como el primer niño español nacido bajo el dominio del DAESH. Assia publicó en su perfil en Facebook mensajes en los que comunicaba su alegría a sus amigas, incluso publicó una foto de un pastel en el que había escrito el deseo de que el recién nacido se convirtiera en un ulema. Conseguir la foto de Kokito sujetando a su hijo en brazos fue posible gracias a un hermano del terrorista quien no supo detectar a tiempo cuál era mi interés en localizar por redes a su pariente.

Poco después del nacimiento de la criatura, Kokito resultó muerto en una acción de combate – eso es lo que dicen en el entorno terrorista- en realidad no es descartable que su afán exhibicionista en la red fuera lo que le llevara directamente a la tumba junto a los jihadistas que le acompañaban. Assia volvió a casarse con otro jihadista, se cumplía así la única verdad que le dijeron al invitarla a incorporarse al DAESH, ser madre de nuevas criaturas para que pronto se sumaran al brazo armado del califato.El jihad de Assia ha terminado, entre rejas. Ahora queda someterla a juicio, no sólo por incorporación a la estructura terrorista del DAESH en Siria, sino por la probable actuación como captadora y facilitadora de procesos de radicalización. Lo de sus hijos es otro problema que también debería ser estudiado y resuelto; de momento quedan con los abuelos, los padres de Assia, en un núcleo familiar del que dos hijos ya salieron de casa para vincularse a la gente de Bagdadi. Estos niños es lo que la propaganda jihadista describe como ‘cachorros’.

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