Antes de que se levantara el secreto de sumario, todo el mundo sabía la catadura moral de Ana Julia Quezada. No obstante, el levantamiento de este está revelando detalles que ayudan al lector a ver hasta qué punto fue capaz de llegar la asesina del pequeño Gabriel para intentar que la investigación no se centrara en sus pasos como principal sospechosa de la desaparición del niño. "La madre es una hija de puta, es mala persona y hay mucha gente que la odia, debe mucho dinero a la gente, sobre eso también están investigando", llegó a decir Ana Julia de Patricia Ramírez, la madre del menor.
Durante los días de intensa búsqueda por los campos de Las Hortichuelas, Quezada entabló varias conversaciones telefónicas con un discurso muy diferente. Con un amigo suyo de República Dominicana llamado Miguel Ángel le habló de un acosador que tenía Patricia para intentar desviar la atención de la Guardia Civil hacia esta persona. No obstante, este hombre dejó de ser investigado al percibir que tenía una coartada sólida. A Judith, a su hija, le habló de Patricia, llegando a asegurar que no quería a Gabriel y que solo le interesaba la manutención que Ángel, su expareja, le pasaba cada mes.
Quezada tenía cuatro móviles. La hija de la asesina le llamó la atención cuando la llamó desde un teléfono móvil que no conocía. No obstante, la Guardia Civil tenía intervenidos los cuatro dispositivos para controlar sus pasos y sus conversaciones; quedarían pocas horas para ser detenida por el hallazgo del cadáver del pequeño Gabriel en el maletero de su coche.