columnacero.com

‘Verónica’, el terror esperado de Paco Plaza

Cartel de 'Verónica'

El terror es probablemente el género que tiene unos parámetros más férreos y marcados, de los que resulta más difícil escapar, al menos si se quiere tener la sensación de que se está dando lo que espera el espectador. Y Paco Plaza, cocreador de REC, domina esos registros, que no abandona en Verónica, su última película, ni para bien ni para mal. En otras palabras, estamos ante una película que no pretende reinventar el género ni tampoco salirse de sus normas. Vamos a ver exactamente lo que esperamos ver. Y eso nos invita a pensar en que estamos ante el reflejo español de películas no demasiado distintas, y a veces muy alabadas, que nos llegan de otros continentes.

Plaza se ha basado en dos casos reales para construir su relato, aunque la película en realidad quiere mostrar su cercanía a uno de ellos en concreto, un suceso paranormal que cuenta con el respaldo de un informe policial. Eso nos lleva hasta el año 1991 y al barrio madrileño de Vallecas, a una historia que comienza con una ouija y que se desarrolla a través del arquetipo de la joven virginal para acabar en un escenario de pesadilla ya anticipado en el prólogo de la cinta. Semejante escenario convierte Verónica, en primer lugar, en un ejercicio de nostalgia tan palpable que en ocasiones, sobre todo en su primer tercio, da la impresión de que es la razón más poderosa para hacer esta película.

Sin desvelar ninguna de las sorpresa que tiene Verónica, que en realidad no son sorpresas porque todo se mueve por un camino ya transitado pero que Plaza recorre con la solvencia que pueden esperar los seguidores del género, sí se puede decir que entre lo más destacado está el grupo de chavales protagonistas, todos ellos debutantes en la gran pantalla. Sandra Escacena es quien da título a la película y quien lleva el peso de la misma, pero no se puede obviar el buen resultado que dan Bruna González, Claudia Pellicer e Ivan Chavero, que cumplen a la perfección. Ahí es donde se mueve el guion de la cinta con más presteza, a la hora de hacer hablar a los niños, algo que suele chirriar y que aquí se escucha con total naturalidad.

Donde sí se puede decir que hay un exceso es en el apartado sonoro. Es evidente que efectos y música forman parte del terror, pero en este caso hay una sobrexposición que confirma que el género abusa de este recurso, lo que limita el efecto de alguno de los sustos y se come por ejemplo las transiciones y metáforas visuales que quiere colocar Plaza en la película. Pero, por otro lado, esto es algo que espera el espectador fiel al género y el director lo sabe. Limita así en parte algunos segmentos de su película, deja sin desarrollar ideas visuales muy atractivas en favor de otras más convencionales y acaba llegando al clímax terrorífico de la manera más adecuada. Por eso es fácil concluir que Verónica es lo que cualquier espectador puede esperar de ella.

Exit mobile version