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La Biblioteca Musical Víctor Espinós celebra su centenario con una exposición para escuchar y tocar

La biblioteca mantiene el objetivo por el que fue creada en 1919: acercar la música y su estudio a todos los ciudadanos | Ayuntamiento de Madrid

La Biblioteca Musical Víctor Espinós cumple 100 años y lo celebra con una exposición que reúne el rico patrimonio atesorado a lo largo de este siglo dedicado a la difusión de la música en la ciudad de Madrid. La delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, ha inaugurado la muestra en la que se puede contemplar desde una guitarra donada por Andrés Segovia en 1932 a partituras firmadas por Manuel de Falla.

Andrea Levy ha valorado la iniciativa de Víctor Espinós de crear una Biblioteca Musical única, “con unos servicios que ya en su época estaban a la vanguardia y todavía hoy lo están, porque las grandes obras siempre perduran”. Así, ha enfatizado que la celebración de su primer centenario es ahora “la oportunidad para celebrar tanto acierto, pero también para recordar y continuar con compromiso su gran labor social y cultural para la difusión de la música en Madrid”.

La propuesta expositiva, que permanecerá abierta al público en la Sala 1 de Exposiciones del Centro Cultural Conde Duque hasta el próximo 12 de abril, se ha organizado en torno a tres áreas: ver, escuchar y tocar. Los asistentes pueden apreciar la primera colección de instrumentos musicales abierta al público en Madrid, que habitualmente permanece guardada en los depósitos de la institución por falta de espacio.

Se trata de una gran vitrina-escaparate se exponen 41 piezas: instrumentos de cuerda y viento y reproductores de sonido, entre los que destaca la guitarra que Andrés Segovia donó a la biblioteca en 1932 para contribuir a la creación del servicio de préstamo gratuito de instrumentos musicales.

También se puede contemplar el rico patrimonio documental musical de la biblioteca que incluye una parte de su emblemática colección de Quijotes musicales, con partituras firmadas por Falla y algunas editadas en Nueva York en los años 30. 

La muestra está hecha también para escuchar. Dispone de una sala con un piano de cola en la que se van a celebrar conciertos todos los viernes por la tarde y sábados por la mañana. Habrá música clásica, pero también jazz, cuplé o flamenco.

Los músicos pueden ensayar en las cabinas de estudio, que sirven también para acercar instrumentos musicales –un piano, un violonchelo, una guitarra y un cajón flamencos y hasta una batería silenciosa– a quienes nunca han tenido la oportunidad de tocarlos.

Un gran panel de la fama recoge parte del archivo fotográfico de la institución. En él se pueden ver los autógrafos que músicos y grandes cantantes de ópera de los años 20 y 30 dedicaron a Víctor Espinós o a la biblioteca. Por último, una escultura formada por instrumentos musicales dados de baja del préstamo rinde homenaje a las vocaciones que han salido adelante con el servicio prestado por la biblioteca y a los propios instrumentos.

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