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Balenciaga y la pintura española

Balenciaga y la pintura española. Imagen cortesía del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Se trata de la primera gran exposición dedicada al modisto vasco, Cristóbal Balenciaga (1895-1972), el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, que se presenta en Madrid en casi 50 años y la primera que reúne, junto a sus diseños, una selección de cuadros de grandes nombres de la historia del arte español, una de sus principales fuentes de inspiración.

La muestra está comisariada por Eloy Martínez de la Pera, quien ha seleccionado para la ocasión un total de 90 piezas de indumentaria, muchas de ellas nunca antes expuestas, y un excepcional conjunto de 55 cuadros, entre los que destacan obras de El Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga.

El recorrido por las salas sigue un itinerario cronológico a través de las pinturas, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o a cada pintor. Conexiones basadas en elementos conceptuales, en formas y volúmenes, en complicidades cromáticas, que dan lugar a un fascinante diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración. El proyecto cuenta con la colaboración de Herbert Smith Freehills y Las Rozas Village.

“Con los tejidos nosotros hacemos lo que podemos, Balenciaga hace lo que quiere.” (Christian Dior)

Con su estilo innovador, total dominio de la costura y un alto nivel de exigencia, muy pronto se consagró como uno de los diseñadores más influyentes del panorama internacional. En París entró en contacto con una clientela cosmopolita y empezó a llamar también la atención de los medios de comunicación de todo el mundo que lo encumbraron como el “rey de la alta costura”.

Basadas en la comodidad, la pureza de líneas, la reinterpretación de la tradición española y el desarrollo de volúmenes innovadores, sus creaciones marcaron la moda de las décadas centrales del siglo XX, hasta 1968, cuando la alta costura empieza a perder peso frente al prêt-à-porter, momento en el que decide retirarse. Balenciaga se instala de nuevo en España y, cuatro años más tarde, acepta un último encargo: el vestido de novia de Carmen Martínez-Bordiú, una de las creaciones incluidas en la exposición. Ese mismo año, en marzo de 1972, fallece en la localidad de Jávea a causa de un infarto.

 

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