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Exposición ‘El juego del arte. Pedagogías, arte y diseño’ en la Fundación Juan March

Piet Mondrian, Compositie met rood, blauw, zwart, geel en grijs [Composición en rojo, azul, negro, amarillo y gris], 1921. Gemeentemuseum Den Haag, La Haya © Gemeentemuseum Den Haag

La narrativa que ofrece 'El juego del arte. Pedagogías, arte y diseño' es hacer patente cómo las novedades pedagógicas del siglo XIX han influido en el arte posterior. La muestra quiere hacer visible que la génesis del arte moderno también se encuentra en la infancia de sus protagonistas y en la educación que recibieron.

Vivimos un momento en el que el arte del siglo XX y los juegos, la educación, la infancia y lo primitivo se han convertido en numerosas y exitosas exposiciones. Las puertas de los museos se han abierto para mostrar juguetes diseñados por las vanguardias o por artistas, arquitectos y diseñadores contemporáneos. Dentro de esta tendencia, las últimas investigaciones han rastreado la influencia que tuvieron los modelos pedagógicos aparecidos en el siglo XIX, sobre la educación de los niños.

La exposición cuenta con préstamos procedentes de colecciones e instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales. Confronta una amplia selección de manuales y métodos de dibujo, de materiales, recursos y juegos educativos procedentes de la colección de Juan Bordes, que es también comisario invitado. Se presentan obras de los principales artistas, arquitectos y diseñadores del siglo XX.

En el equipo curatorial de la muestra se cuenta también con Norman Brosterman y Juliet Kinchin, que alinean las obras de arte y el diseño con los juegos educativos. Trabajan sobre sus similitudes formales, que son muchas y evidentes y dejan patentes los casos históricamente documentados de muchos artistas efectivamente educados en esas nuevas pedagogías. Uno de los fines de la exposición es precisamente evocar la atmósfera común entre la educación y el arte.

Propone la premisa de que si se educa a los niños como artistas que deben aprender jugando, no sería extraño que ya adultos, se comporten como verdaderos profesionales de la infancia. Que dediquen el serio juego de sus vidas a ese otro juego, elemental y elevado, divertido y reflexivo a la vez, que define las mejores obras del arte de todos los tiempos.

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