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El museo ABC expone los dioramas de ‘Cuentos de la selva’ de Antonio Santos

Cuentos de la selva por Antonio Santos

El texto original de Horacio Quiroga produjo una perfecta sintonía con la selva paralela construida por Antonio Santos a través de sus dioramas. Estas ilustraciones consisten en relieves creados por superposición de planos de cartón pintados con acrílico. Un total de treinta tres escenas que representan los variopintos ecosistemas de las selvas del planeta, utilizados para introducir al visitante en un mundo inseguro, de penumbra y hostil propiciado por la naturaleza salvaje.

En sus orígenes, el diorama era un escenario teatral oscurecido que se utilizaba como dispositivo para la visualización de imágenes. Está relacionado con los principios de la fotografía y fue inventado por Daguerre, precursor del daguerrotipo y Charles Marie Boutón. Fue expuesto por primera vez en París en 1822. En 1900 evolucionó hasta su concepto actual: la réplica a pequeña escala de una escena. Hoy se utilizan especialmente en los museos de historia natural para lograr una ilusión de profundidad espacial y realismo de un suceso histórico o una escena panorámica.

'Cuentos de la selva' es lectura recomendada en las escuelas de América Latina. ABC invita también al lector español a introducirse en este relato independientemente de nuestra edad, con la idea de hermanarnos con el lector americano. Quiroga, seguidor de Edgar Allan Poe y Rudyard Kipling retrata al ser humano y su relación con una naturaleza poderosa y terrible. Los relatos de este autor tienen como principal virtud el sentido del humor, en historias como la de los yacarés, determinados a salvar su río frente a la amenaza del hombre, o la de los flamencos que siempre se sostienen sobre una pata; la historia del pequeño coatí que sacrificó su libertad para vivir con unos niños o la de la tortuga que utilizó su caparazón para salvar la vida de un hombre. Estos 'Cuentos de la selva' son un canto a la naturaleza y a la solidaridad.

De niño, Antonio Santos (Huesca, 1955) visitaba a menudo el Museo de Ciencias Naturales de Madrid con su padre. En ese momento y en ese lugar se fascinó ante la sensación infantil vivida y vívida de cada diorama, que le daba vida a los animales que su padre le enseñaba.

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