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Sidecars en Granada: emociones en la cercanía, lo que perdura y es inseparable

Sidecars en Granada: emociones en la cercanía, lo que perdura y es inseparable / Foto: Jorge Majdalani

Una bonita reunión de amigos. De esas en las que todos somos uno.  

En la sala El Tren de Granada, y con la humildad como casi de una banda de talento aún por descubrir, Sidecars subió al escenario en uno de los sitios que los vieron crecer años atrás, allí donde reunieron a una muy pequeña parte de la gente que los acompañó en esta noche de sábado granaína. 

Con la grandeza, el ruido, el poderío y, al mismo tiempo, el respeto de unos tipos que tienen en alta consideración a su público, -propios de alguien con cinco discos y multitud de encuentros a los hombros-, salen con el brazo en alto y la cabeza ladeada. Juancho, vocalista, con gorra y pendiente en la oreja izquierda. Arrancan en medio de una enérgica entrada, con los primeros acordes de “Because”, de The Beatles que se mezcló con las guitarras de “Locos de atar”, tema que también abre el disco que venían presentando y que ya muestra una de las características del mismo, su mirada infinita hacia tierras gallegas, que se materializa por completo en “Costa da morte”. Mientras abajo, su gente, se dejaba la voz sin pensar en que quedaba casi una veintena de canciones por delante. 

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Así, Ruly, Gervass, Juancho, Sergio (excelente a las teclas) conducen el show, e, inevitablemente, todos allí acabamos mordiendo el polvo, arrastrándonos hacia la salida, sabiendo "que no vas a aguantar toda la vida". 

Y es que Sidecars tiene algo que recuerdan a los Pereza del principio, lo cual enfunda un meritazo profundo; la actitud canallesca sobre el escenario, la vitalidad que desprenden y la camaradería que comparten hacen pensar en unos jóvenes Leiva y Rubén Pozo cuando recorrían España cantando Animales, detalles que hacen recordar muchas similitudes entre ambas bandas. 

Allí, bajo el cielo de La Tormenta, empezaron a desnudar cada tema como si fuese la primera vez que se daban su paseo de gira, cuando, en realidad, esta fecha en Granada terminaba la misma gira de Cuestión de Gravedad, en la cual, el grupo madrileño no se cansó de repetir en cada golpe de sonido que la ciudad nazarí no ha sido siempre una plaza segura pero, desde que consiguieron conquistarla, los éxitos se suceden y los llenos les arropan a su paso por la provincia: "¡Qué bien cantáis, Granada, joder!", hacía repetir Juancho. Estaban cómodos, se hacían notar. Y era verdad.  

Hacían referencia a que este camino en el que están ahora en todo lo alto no ha sido precisamente fácil, por más que hoy lo parezca gracias a la explosión que hacen sentir una vez que se les mira desde abajo del escenario. Compartieron sus emociones en la cercanía, buscando respuesta en las miradas y demostrando que el empuje inicial es lo definitivo, lo que perdura y es inseparable a la supervivencia; más para un grupo de su calibre y del que dejaron hace tiempo de ser 'la banda del hermano de Leiva', para hacer sonar el nombre Sidecars por cada rincón.  

Luego de un tiempo de proximidad con su público tocaba una confesión a pecho descubierto y tiro a quemarropa. “Quédate en Madrid conmigo”, pedimos, por si fuese domingo por la mañana. Y qué bien. 

Para ‘Dinamita’ ya hay brazos que se levantan como si el cuerpo que les sigue supiera de la larga y bonita noche que queda por recorrer. Juancho, con su guitarra, se inclina hacia delante y solo el público le acompaña cuando dice “sácame de aquí”. Como un susurro colectivo. 

Terminaban la noche con “Tu mejor pesadilla” tras un concierto impecable lleno de brillo en el que los sentimientos de la gente se notaban en cada tema y la respuesta general, de entrega bajo el escenario, animaba a Juancho a hablar sobre los componentes del grupo, a quienes presentó dedicándoles frases de mucho cariño. Como son ellos. 

Un cariño que hacía llegar a los bises en los que terminamos encharcados en un completo "amasijo de huesos", – canción que fue escrita como dedicatoria a su hermano Leiva- Juancho se deshace en halagos hacia sus compañeros: "(…)Gervass o Ruly, con quienes llevo desde los 14 años y con los que ojalá la vida nunca me los quite". Comparten cervezas y bridan con vino para cerrar unos coros del público, haciendo girar una noche de ensueño, baile, manos al aire y mucho rock and roll. 

Antes de cerrar, rugen en "una puta canción más" y dejan bien claro que una buena noche de rock tiene que terminar con cientos de gargantas entonando el mismo himno. Con el público "contra las cuerdas", los ojos cerrados y Juancho entonando un enorme solo de rodillas seccionando los últimos acordes de la noche, la banda de Alameda de Osuna cierra el telón para anticipar, casi de propia sorpresa para ellos, que rondarán una noche extra más para cerrar su gira y que será, como no podía ser de otra manera, dicen, en Granada, bajo las luces del Auditorio Manuel de Falla.  

Como si fuera una sola voz, público y banda se despiden y, a la vez, se consuelan al cantar: "queda mucho que arreglar y que pase lo que tenga que pasar". Y que no deje de ser. 

Salen y nos dejan más contentos de lo que entramos. Una bonita reunión de amigos, siendo uno, todos juntos. 

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