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Saber humanizar

Escena de Invictus en la que se muestran miembros del equipo de rugby jugando con niños impulsados ambos por la motivación del presidente

Ficha técnica

Invictus, 2009,EE.UU.

Dirección: Clint Eastwood

Guión: Anthony Peckham (Libro: John Carlin)

Fotografía: Tom Stern

Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens

Interpretación: Morgan Freeman, Matt Damon, Tony Kgoroge, Julian Lewis Jones, Adjoa Andoh, Patrick Mofokeng, Matt Stern, Leleti Khumalo

Un mismo terreno. Unos dan patadas a un balón de fútbol algo consumido. Otros prefieren pasarse uno algo más ovalado y en perfecto estado entre las manos. No solo los separan unas vallas, también el color de piel. Y las ideologías. Y los reproches y recuerdos. Hablamos del Apartheid. Sudáfrica, 1994. Cruzando entre sus caminos, el salvador de esta nación: Nelson Mandela.

Naciones rotas. A reventar. Alemania, Corea, Siria en la actualidad. España mismo, 2018. Y tiene que venir Morgan Freeman y su maravilloso acento sudafricano a darnos lecciones de liderazgo y humanidad. La política como pegamento. La política bien hecha. La política que todo un pueblo necesita y que contra todo pronóstico sale bien.

Ya habíamos visto a Freeman y Matt Damon colaborar con el rocambolesco Clint Eastwood –“Más allá de la vida” o “Sin perdón”, entre otras-, pero es la primera vez que el director los junta. Doy gracias. Un Freeman con una interpretación y caracterización sublimes –vean esa dentadura- y un Damon con algo más de peso y definición de lo que estamos acostumbrados a ver. Tanto sorprendió el workout llevado a cabo por el actor que rulan por la web cientos de artículos sobre “cómo ser Matt Damon en Invictus”.

Supongo que es lo que tiene interpretar al capitán de rugby que hizo, con ayuda de Madiba y todo su equipo, que Sudáfrica ganara el mundial de 1995. Tal fue la implicación del director en que la trama fuera lo más veraz posible, que a excepción de Francois Pienaar –Matt Damon-y Joel Stransky –Scott Eastwood-, todos los jugadores que aparecen fueron los reales.

Y hablando de realidades, ¿se imaginan a un periodista informando desde la opinión? Ni tan lejos queda, ¿cierto? Por eso destaco este uso en la obra cinematográfica con la intención de crítica social y de provocar más dramatismo en el espectador. Esta técnica, junto a la fotografía a cargo del maravilloso Tom Stern, una extraordinaria adaptación de “El factor humano” por John Carlin, la utilización de simbologías y la esperada parte final –cuando el presidente y el capitán del equipo de rugby alzan el trofeo, la victoria, la libertad- hacen de esta película un ejemplo perfecto de buen cine. De buen cine humano.

Perseverancia, constancia, paciencia, pasión, conciencia. Todos estos atributos hacen la mezcla perfecta del buen liderazgo. Si un “terrorista” pudo hacerlo, que alguien pregunte a M. Rajoy por qué él no. Más humanidad.

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