Que para probar el cohete más potente hasta ahora en propulsión se utilice un deportivo descapotable rojo, con un muñeco astronauta al volante, es algo más que una broma de su promotor, Elon Musk, se trata de todo un símbolo de nuestro tiempo. La conquista espacial ya no es cosa de grandes potencias políticas, ahora está en manos de los multimillonarios que desean, en el fondo, hacer realidad el sueño infantil de viajes espaciales y conquistas planetarias.
Así lo reconoce con cierta resignación la NASA, que cada vez pone más en valor el “intrusismo” que desde hace unos años realiza el magnate Musk, dueño también de la industria puntera en el coche eléctrico, TESLA. Precisamente, fue un prototipo de la colección de Musk el que se incorporó a la carga del potente cohete Falcon Heavy. Este modelo de propulsor está pensado como cohete de carga, capacitado para lanzarse y soportar en su vuelo el máximo de toneladas posibles (64, por ahora), que facilitarían el transporte de naves y la puesta en órbita de satélites.
Para realizar las pruebas de este tipo, se suelen cargar pesados bloques de hormigón, pero al fundador de TESLA y dueño de la empresa espacial que lidera estos proyectos, SpaceX, Elon Musk, le pareció muy poco original y aburrido cargar su cohete con hormigones. El descapotable resultaba, a todas luces, más divertido, seductor y atrayente de curiosidades. El lanzamiento fue un éxito en todos los objetivos previstos, la recuperación de los cohetes propulsores y la puesta en órbita de la cápsula con el descapotable dirección a Marte.
[Sumario]
El excéntrico Munsk toma un paso de ventaja en la conquista del mercado de vuelos espaciales. Una carrera espacial que interesa a multimillonarios de todo el mundo, desde los nuevos magnates chinos, pasando por los millonarios de la cada vez más tecnificada India, hasta su compatriota magnate dueño de Amazon, Jeff Bezzos, que proyecta para 2020 lanzar un cohete de carga que sería la estrella de su empresa espacial, Blue Origin.